jueves, 19 de septiembre de 2013

Nostalgia y envidia

El azar ha querido que el posiblemente último examen universitario que haga en mi vida coincida en el tiempo cuando se cumple exactamente un año de mi partida a Pavía. Luego me quedarán por delante que si Prácticum, tessina (o final dissertation si soy acorde al idioma en que tendré que hacerla) y vete tú a saber qué más sorpresas me puede traer mi redoble final universitario. Pero hoy me siento mayor, jodidamente mayor.

He estado estos días vagando por los pasillos de las dos facultades que me han acogido 6 años y la melancolía me ha estado atacando a base de hachazos. Todo formaba parte de una imagen extraña, situado en esa delgada línea entre lo real y lo soñado. Todavía recuerdo los detalles de ese primer día en la Facultad de Económicas, de como todo me resultaba absolutamente desconocido, de cómo fui entablando  las primeras conversaciones con novicios que se hallaban como yo. Con muchos de ellos, ahora buenos amigos, me encanta rememorar ese primer cruce de miradas, esa primera frase, dónde fue, qué dijo cada uno, cómo de mal le caí a tal o cual.

Es curioso como esa memoria selectiva nos permite recordar hasta el más mínimo detalle de una determinada situación que pasó hace ya años (cuando a mí me cuesta ahora memorizar un tipo porcentual aplicable a una base de cotización por contingencias profesionales), pero en cambio no nos permite vernos a nosotros mismos. Lógico por otra parte, claro. Si no, intenta hacer memoria. Cualquier anécdota de cuando tenías 8, 16 ó 24 años. ¿Te ves a ti mismo? ¿Cómo era tu cara? ¿Estabas gordo, delgado, eras fuerte, tenías granos en la cara? No hagas trampas y respondas en base a las fotos o vídeos que hayas visto. Por ti mismo eres incapaz de recordarte. Sólo el ver una foto o un vídeo nos descubre la cruda realidad: has crecido, has cambiado...y oye, parece que no te sienta mal.

Pero aunque no te sienta mal te jode. Como me jode a mí ver estos días las fotos del primer año de carrera. Ésa que puede que ya haya terminado, si a una señora que tiene que corregirme le caigo en gracia.


Sí, definitivamente veo a ese Santi y le envidio. Por todo lo que le queda por pasar, aprender, reír, llorar, ilusionarse, divertirse, conocer gente, viajar, besar, abrazar, beber, bailar, disfrutar...y por supuesto mejorar y madurar, o al menos darse cuenta de que la combinación cresta + perilla + camisetablancadebajodelacamisa no es buena.

Me recorre la misma sensación cuando veo fotos de los primeros días de Pavía. Y no puedo más que envidiar a ese Santi que tanto le quedaba por vivir, como envidio a los que ahora se van allí a hacer exámenes y verse de nuevo con la gente, tomarse de nuevo unas frágolas y repetir las noches de Duomo junto a aquellos que llegan nuevos que a su vez no saben lo que les espera, y dentro de un año volverán para ser ello los experimentados que están de vuelta y dan la bienvenida a los nuevos...y así el ciclo se va repitiendo, quedándole sólo a los que viven ese ciclo en su parte baja que esas envidias y nostalgias no les terminen por amargar la existencia.

Yo, por mi parte, he llegado al fin de un ciclo. No puedo más que resignarme y tomármelo con filosofía, cediendo el testigo a otros nuevos universitarios y estudiantes de movilidad internacional a los que miro ahora y digo "tranquilos, seréis unos nostálgicos y envidiosos como yo. Como todos".


jueves, 1 de agosto de 2013

El eterno retorno

Volver al 19 de septiembre de 2012...y vivirlo todo de nuevo. 

Cruzar el Ponte Coperto para ir a una fiesta en una casa en la que nos desalojan rápidamente. Beberme una fragola en las escaleras del Duomo mientras alguien toca una guitarra. Abrir las puertas de Casa Fagioli de noche a gente que nunca he visto. Cantar en el karaoke del Raise un tema español como si no hubiera mañana. Acariciar a Moka porque no ha parado de mover las patas delanteras de arriba a abajo. Destruir casa de Dito. Gritar improperios por un partido de fútbol en el Black Bull con una cerveza de litro a salvo de mis aspavientos. Hacer una apuesta con pistolas de bolitas. Volver echo peazos de Nirvana y tirarme en el sofá a charlar con los Álvaros de las jugadas de la noche. Pasear por Strada Nuova camino de casa de Pelayo y Jorge para tener una cena absolutamente impredecible...impredecible, ésa es la palabra. 

Hace más ya de un año que apliqué para la beca de Doble Titulación, ésa que para mí ha sido una segunda Erasmus de tapada. Recuerdo que no había oído hablar de ella antes, que no sabía bien en qué consistía cuando entré en la aplicación informática, y que lo único que me importaba era que mi perfil se ajustaba a las bases de la convocatoria. Yo no estaba nada convencido y me daba pereza moverme para inscribirme porque quedaba muy poco tiempo, pero el que ya había sido mi coordinador Erasmus me animó para que aplicara, que si era seleccionado ya tendría tiempo de rechazar mi plaza. Y encima en mi casa no es que estuvieran muy convencidos. Como ocurrió con Siena, en el último día, con problemas informáticos de por medio que implicaron el moverme hasta la sede de Relaciones Internacionales de la Universidad para que específicamente me abrieran la aplicación a mí en vivo y en directo porque no me dejaba, apliqué, esta vez sin mucha esperanza de ser seleccionado, pues me daba la sensación de que esta beca era algo más "seria" que el Erasmus. Pero como diría Malcolm en Jurassic Park, "todo es caos", y el caos no se puede predecir. 

Las lágrimas de mi amiga Laura cuando le conté simplemente que había aplicado ya me dijeron algo. "¿A quién van a coger si no?" me decía. "Pues yo que sé, a cualquier otro, con las ganas que tiene de irse la gente fuera...". Pero se ve que "Erasmus" tiene más tirón que "Doble Titulación", y que Pavía no es tan conocida como Milán. Una noche, la primera que debía pasarme estudiando sin dormir para un examen que tenía al día siguiente, en uno de esos múltiples descansos causados por el aburrimiento me metí en Tuenti. Sí, esa red social que ya apenas si entro. Y tenía una petición de amistad con un mensaje añadido. Un tal Adrián me decía que yo le aparecía como el titular de la otra de las dos plazas para Pavía de Doble Titulación, y que a ver si nos poníamos en contacto. Gracias, Adrián, tardé dos horas en volver a concentrarme para ese examen. 

¿Y por qué cuento todo esto? Pues porque ahora miro atrás y me hace gracia acordarme de todos esos momentos en los que todo pasaba muy rápido, como seguramente a todos los que se fueron este año a Pavía, y ninguno de nosotros tenía ni puta idea de lo que nos esperaba, de quiénes íbamos a conocer, de lo que íbamos a vivir. Sí, de un año Erasmus había oído hablar todo el mundo, y sí, yo ya había hecho uno con lo cual podría atisbar algo de lo que me aguardaba...pero no.  

Yo llegué a Pavía con casi más respeto al año que me esperaba que al primero que pasé fuera. Por diversas razones. Porque el Erasmus era algo que sí tenía en mente desde el principio, pero esta beca no. Porque aunque ya sabía italiano medianamente bien, venía a estudiar en inglés, el cual tenía bastante olvidado. Porque a pesar de conocerme algunas regiones de Italia justamente el noroeste nada de nada. Pero sobre todo por miedo a las comparaciones. Cuando ya has hecho un Erasmus y te vas poco más de un año después de haberlo acabado de nuevo a Italia, a una ciudad también pequeña que antes te era desconocida, pues es normal que te vayas con la idea de ir a estar comparándolo todo: lugares, viajes, gente, universidad, hábitos nocturnos, clima, fiestas...y al principio, aunque no lo comentara con nadie y lo intentara ocultar, interiormente así era: pues en Siena cuando bebíamos...pues en Siena la gente era...pues en Siena mi casa...pero poco me duró. Al igual que la primera vez, mi Erasmus se iba cargando de momentos extraños, mágicos, divertidos, grandes anécdotas que recordar una y otra vez, noches que empezaban con una inocente copa en mi casa y terminaban a la 1 del mediodía llamando a casa de un amigo con un vaso en la mano con agua y las lentillas dentro, habiendo pasado por unas cuantas locuras en Milán. Cada día que me levantaba en Pavía la sensación era la misma: "no sé qué me va a ocurrir hoy". Incluso dentro de la rutina de días que debían ser calcados unos a otros encontrábamos siempre algo diferente y nuevo que vivir, era algo tan simple y antiguo como el carpe diem en sí mismo. Qué tópico, ¿no? Y es que son más de uno y más de dos y más de 10 las personas que coinciden conmigo en que, por muy intensamente que vivas el día a día en tu vida, el Erasmus es un paréntesis que por ahora, para mí y según la poca experiencia que tengo, lo supera todo. 

Hace poco he leído el comentario de una de mis amigas de Pavía, una de tantas que hace un año no conocía ni la cara y que ahora de repente me dice muchas cosas. En él comentaba el cómo puede cambiar una simple decisión. "Pavía" y una casilla al lado donde marcar una X, o poner un orden numérico. Poner un 1 en vez de un 2 por una serie de razones que en ese momento te pueden estar pareciendo muy banales, y de repente acumuladas a lo largo de un año adquieren una importancia descomunal. Había otras ciudades, donde se hubieran generado otras historias, y estas historias, sobre todo, hubieran estado compartidas con otra gente. Los que hemos estado en Pavía seríamos nada, no existiríamos por así decirlo para quien por un cambio de chip en ese pasado hubiera cambiado el orden de preferencia. Pero no lo hizo, ni yo tampoco, y lo impredecible se convirtió en mi destino. Sí, queda poético pero es verdad, todo suceso una vez pasado se puede decir que era el destino el que quería que ocurriera así, creamos o no en él. 

La idea del eterno retorno es misteriosa y con ella Nietzsche dejó perplejos a los demás filósofos: ¡pensar que alguna vez haya de repetirse todo tal y como lo hemos vivido ya, y que incluso esa repetición haya de repetirse hasta el infinito! ¿Qué quiere decir ese mito demencial? 

Así comienza "La insoportable levedad del ser", de Milan Kundera. Pues no sé qué querría decir Nietzsche, pero para mí tiene un significado muy claro: hasta el infinito no, pero aunque ya no tenga esa magia de lo impredecible, yo volvería una vez más al menos al 19 de septiembre de 2012, y lo viviría todo de nuevo. 

Volvería a amargar a la gente de Pavía cada dos por tres con rimas, incluso a sus madres, y les diría todo el rato que se llevaran ésta. Vería de nuevo a los Álvaros de Madrid bailar una canción de reggaeton con coreografía incluida. Y a Pelayo y Jorge viniendo a mi casa en pijama a despertarme después de que anoche me desalojara la policía de su casa. No pararía de escuchar a Pedro a todas horas gritando "¡SE LIAAA!" como si le pagaran por ello. Los de la ESN estarían organizándome todo el día miles de fiestas y viajes cual complot judeomasónico para que no pare de gastar y suspender. Alessandro de Amico Erasmus me emborracharía cada vez que saliese por Milán. Dito y Valverde volverían a estar todo el día echos peazos. Irene volvería a chocar conmigo las chapas del Clan del 19. Violeta volvería a regalarme una camiseta que ponga Allontanarsi dalla linea gialla. Mar haría de nuevo conmigo el símbolo de victoria política con el himno del PP de fondo. Carlos me deleitaría de nuevo con su sonrisa imborrable de "yo ya voy como las grecas". Vería de nuevo a Aria cogerle los bongos a un desconocido y tocárselos (y los bongos también). Las andaluzas (y Visitación) invadirían mi casa con la excusa de robar internet cuando en realidad saben perfectamente que vienen a verme a mí. Astrid volvería a decirme alguna guarrada digna de elogio. Llegaría a mi casa y escucharía roncando a Fuchsia en el baño porque se ha quedado dormida, o en su defecto Katie me llamaría para que la ayude a traerla a casa. Noèmie y Julie bailarían de nuevo una canción francesa pegadiza en mi salón. Andrés seguiría ciclándose y en la papela más absoluta. Erdem nos enseñaría más obscenidades en turco. Nuria Fergó sacaría un nuevo hit. Azahara seguiría cagándose en mis castas a raíz de que una noche le organizara una buena en su casa y encima le partiéramos el cristal. Oleñka y Clara volverían a aguantarme chistes malísimos en el coche camino de Milán a pagar el Oktoberfest. Volvería a meterme con los catalanes delante de Anna. Usaría de nuevo a Laura Pardo y Sara Siguero como profesoras improvisadas en la nieve. Cada vez que viese a Giggio seguiría gritando "¡Tocayooo!". CAAAAAROL, ERES TÚ, CAAAROL, SOLAMENTE TÚ. Oihanne y Marta se volverían a sorprender al verme una mañana durmiendo en su sofá. Volvería a ver a una conejita celebrando su cumpleaños en la primera semana para luego descubrir que se llamaba Ana Cris. Seguiría habiendo por Pavía una puta granadina... Los "¡HOLA ANA CARLOTAAAAA!" volverían a estar a la orden del día. Blanca, Miriam y Kiku seguirían teniendo que aguantarme cantando "Lady Valladolid". Seguiría sorprendiéndome con los gritos de Rocío y Melody a la italiana del bus en el Evento Nazionale. Gianluca me seguiría trincando tol pepino. Marco habría aprendido aún más español informal por mi culpa. Alessio seguiría siendo un maldito "magnaccio". Laura volvería de sacar a Moka y ésta daría saltos por todo el salón. Casa Fagioli definitivamente sería declarada zona catastrófica. Sara sería capaz de seguir aún moviendo las caderas bailando "La Gasolina". Cristina se acojonaría de nuevo pensando que ha perdido el DNI en el aeropuerto de Bari. Iza zeguiría ceceando. Nora sería RRPP de otro sitio más. Javi seguiría de Erasmus en Roma. Jaime seguiría rodeado de arcoíris y elefantes rosas. Gabriele Mele estaría con él. Nora y Dorka continuarían con esa sonrisa en la cara. Natalia seguiría rescatando a Grecia en la distancia. Las pucelanas Raquel, Fuertes, Laura y Bazán todavía tendrían dulzura que repartir. Eva aún no habría pisado la Golgi y seguiría cual moribunda durmiendo de casa en casa. Rita aún ni habría llegado a Pavía de lo tardona que era la japuta. Elena seguiría invitando a to kiski a colacaos en su casa. Jordi y Kike estarían estudiando en casa. A Carlota todo en la vida le seguiría pareciendo maji. Patxi me pagaría por fin el alquiler de mi casa. Augusto seguiría siendo buscado por desaparición. Le haría otra lista de expresiones andaluzas a Isabel Roscoe. Jordi Alsina volvería a destrozar su vida por nuestra culpa. Cristina Dominga y Soraya seguirían visitando Pavía de vez en cuando. No pararía de ver a gente por cada calle, en cada botellón en el Duomo, en la Cantina o donde fuera: a Rafa, Víctor, Pedro, Cristian, Alejandro, Adrián, Fernando, Paco, Carmen, María de Sevilla, las voluntarias Aya e Irene, Emi, Irene de Málaga, Bismarck, Dario, Raquel con su vocecita e Irene la asturiana, las Belenes de Milán que tanto me ayudaron alguna vez, Cath, Charlie, Onur, Furkan, Mustafa, Yves, Morgane, Claire-Sophie, Pia, Julia Po, Mona, Julien, Alex, Paulina, Kinia, a no sé cuantos de la ESN, Will, Fox, Giovanni, Alessandro, Sergi, Gigi, Ceci...y todos los que me dejo en el tintero, sois muchos. Y de entre todos ellos, una persona muy especial me seguiría aguantando, gymcanas de 5 horas incluídas...aún no sé ni cómo ni por qué. 

Hoy hace justo una semana que dejé Italia. Y como muchos, estoy aún bajando de la nube, creyendo que en cualquier momento puedo volver a esa vida tan impredecible, volver como dije al principio al 19 de septiembre de 2012. Pero no lo voy a hacer, y en verdad, me alegro. Me alegro porque aunque duela, la vida y lo que hay en ella es bella porque acaba, porque es efímera, y realmente no podemos poner en práctica la teoría del eterno retorno. Si no fuera por ello, no habríamos vivido este año así, tan intensamente, tan impredecible. 

Doy gracias a lo efímero.
Doy gracias al carpe diem.
Doy gracias a lo impredecible.
Pero sobre todo, os doy las gracias a vosotros.


martes, 25 de junio de 2013

Últimos 30 días

Salir de un examen tipo test con más convicción de haberlo suspendido que aprobado, que se juegue un amigo tuyo contigo un botellón a que lo vas a aprobar aunque sea bajando el profesor el número mínimo de respuestas acertadas, y deberle a tu amigo un botellón. Volver de Sevilla un martes por la tarde, ir esa noche a una macrofiesta en un colegio mayor con piscina y 2000 personas bañándose, empezar a estudiar una asignatura el miércoles a las 4 de la tarde, ir el jueves a las 11 a ese examen y aprobarlo. Tener 4 días completos para estudiar un parcial de una asignatura en Sevilla, el cual se hace con legislación, salir del examen con buenas sensaciones y sin estar preocupado, que salgan los resultados, haber hecho bien las preguntas de teoría que eran de estudiar y no las prácticas que eran con la legislación por delante, y suspender. Ése soy yo y ése es mi resumen de las últimas semanas. 

Y la verdad, podría estar algo preocupado de tener que presentarme a otro examen más en septiembre, pero hoy, 25 de junio de 2013, quedan exactamente 30 días para que acabe este sueño. Fi de cicle, como diría Pep. Hace un tiempo, cuando había transcurrido el primer mes, decía "buah, me quedan todavía 9 meses". Ahora, como si hubiera pasado un embarazo (aunque nada parecido, la verda), no queda nada como quien dice. Ya han empezado las primeras despedidas. E incluso gente que ya se había ido ha tenido tiempo de volver a hacernos una visita. Por ahora no se me hace duro, sin ánimo de que los que se están yendo se sientan menospreciados. No es eso, ni mucho menos, pero es cierto que echo la vista hacia delante  y sé que un mes de Erasmus da para mucho. Al igual que en el primer mes, con miles de gestiones de papeleos de llegada, burocracia, enterarte de asignaturas y demás de por medio, dio tiempo a mucho, sé que este último puede ser muy amortizado. Pero algo me dice que si el primero se pasó lento, éste lo hará rapidísimo y cuando me quiera dar cuenta estaré escribiendo la entrada en mi blog de despedida. 

¿Suenan estas palabras a despedida y tristes porque esto se acaba? Evidentemente. Pero, como colofón a este post, me quedaré con lo bueno, al igual que sólo me quedaré con lo bueno al terminar este año: me queda un mes para disfrutar del buen tiempo, las cervezas en Piazza Vittoria, los aperitivos, la playa por qué no, los botellones en el Duomo, las salidas por Milán, tomar el sol en el río, los cafés a cualquier hora, y cualquier plan que quien esté leyendo esto me quiera ofrecer. 

martes, 4 de junio de 2013

EN2013

Sábado 25 de mayo de 2013. 13:15 de la tarde. Carlos y yo hemos dejado el buffet del hotel hace unos minutos, haciendo lo que se llama una buena amortización de lo pagado. Hemos tardado poco en subir a las habitaciones, lavarnos los dientes, mirarnos las caras en el espejo para comprobar que han tenido momentos mejores y coger las botellas de plástico llenas de bebida, esas de las cuales ya hemos gastado alguna que otra y que afortunadamente puedes deambular con ellas por donde quieras del complejo. 

El día es soleado pero no hace excesivo calor. Lo suficiente para ir en bañador y sin camiseta y estar a gusto, y no demasiado como para morirte por la resaca que llevas. A pesar de que Il Valentino Grand Village está en medio del campo y a pocos minutos de autobús de la playa, ésa que esta tarde visitaremos para tener mi primera y última fiesta diurna, no se escuchan cigarras. Ese silencio me lo confirma: temperatura óptima. Lo único que escuchamos camino de la piscina, a donde vamos para pegarnos un baño y hacer tiempo mientras calentamos motores bebiendo antes de la fiesta, es el ruido de nuestras chanclas contra sustancias pegajosas del suelo que esperemos sean, al menos en su mayoría, restos de alcohol no limpiado, y el rumor de gente abriendo y cerrando puertas de habitaciones, y gritándose unos a otros que se aligeren, coge la bebida, illo no veas lo que nos ha pasao. 

No vamos hablando de nada en particular cuando mi mirada detecta a unos metros algo gracioso: en el pasillo al aire libre de la planta baja, por donde vamos Carlos y yo, hay dos chicos bebiendo fuera de lo que se supone es su habitación, "hechos peazos", bañadores de flores y gafas de sol como atuendo. Nada llamativo que no hayamos parado de ver todos estos días. Pero me llama la atención que están sentados en los sillones que tiene toda habitación del hotel. Mientras vamos llegando a su altura escucho algo de lo que dicen: españoles, cómo no. Me parece digna de elogio la ocurrencia de los sillones, así que al acercarme a ellos suelto una frase (poco original, todo hay que decirlo) estilo olé olé qué grandes. Sin réplica por su parte, directamente me señalan a nuestra izquierda, justo delante de ellos:

- ¡Os habéis perdido a nuestra amiga Alba!

Carlos y yo giramos la cabeza, hacia unas escaleras que suben al primer piso de este edificio del hotel. Allí está la susodicha Alba, entendemos que otra española, sentada fumando, también con bebida, y en bikini amarillo. No me preguntéis por qué recuerdo el color. Miramos a Alba mientras deceleramos el paso para comprobar qué era lo que nos habíamos perdido. Alba nos mira, eleva la mano que le queda libre sin cigarro hasta el top de su bikini, y se lo baja. 


Bienvenidos al Evento Nazionale 2013. 

Lasciate ogni speranza voi ch'entrate. Como si entráramos en el Infierno, así nos recibió una inscripción al entrar en la primera fiesta nocturna del Evento Nazionale, ese evento que congrega todos los años a más de 2000 Erasmus de toda Italia durante un fin de semana en un complejo hotelero del sur de Italia. La frase venía al pego: no te has gastado 300 € entre vuelo, Evento, bebida y compras varias para venir aquí y hacerte el responsable. Y más sabiendo que posiblemente sea el último viaje grupal de tu Erasmus y tu última oportunidad de auténtico desfase antes de ponerte con los exámenes. 

Ayer hablé con un chico inglés que vino al Evento y que no veía desde entonces, entre otras cosas porque he estado un poco recluído. Me dijo que llevaba toda la semana pasada recuperándose, y que aún necesitaba horas de sueño y de reposo del hígado. No es para menos: nosotros ya hicimos previa el día anterior a bajar al sur, saliendo de fiesta para despedir a Rita y celebrar el cumpleaños de Sara, y dormimos escasas dos horas. Sumadle a ello un día entero viendo Bari, 18 horas al día de fiesta, 6 litros de tinto con limón, 3 litros de ginebra con naranja, vino peleón ilimitado en almuerzos y cenas, copas a 3 euros en la discoteca, excursión a la playa, una hora de sueño la última noche del Evento y 15 horas en el aeropuerto de Bari esperando a irnos. 

Da igual que nos perdiéramos la primera fiesta de por la tarde porque nuestro autobús llegó de los últimos: el presidente de la ESN Pavía ya llegó como las grecas y sin poder enfocar bien la mirada, y nosotros empezamos a pimplar antes de la cena. Da igual que nos perdiéramos la fiesta de la espuma del segundo día porque nuestro autobús de la playa tuviera un encontronazo con una moto, el conductor tuviera que dar parte y estuviéramos 2 horas en una gasolinera: toda excusa es buena para beber, reírte de la mala suerte y organizar una fiesta del azúcar en el autobús. 



3 días y 3 noches. 6 fiestas temáticas. Alcohol propio portable a cualquier lado, incluyendo la increíble discoteca de la foto de arriba estilo anfiteatro romano. Almuerzos y cenas donde te encontrabas gente disfrazada y cantando en las mesas y comiendo como si no hubiera mañana. Botellones en las terrazas de la habitaciones y en la piscina. Fiestón en la playa incluido. Pocas horas de sueño. Mucho pseudo Red Bull marca-supermercado-barato-de-Bari. Mucho sol. Mucha risa. 

El Evento Nazionale se me pasó, literalmente, volando. No hubo descanso. Llegué el domingo al aeropuerto pensando que cogíamos otro avión para seguir continuando la fiesta, que aquello no era más que una pausa para, como dijo Kike, morir tranquilamente en algún lado. Así es el Evento, por si no hubiera sido suficiente, te deja con más ganas de las que tenías antes de llegar. 

Todo lo que he escrito en estas líneas intentan reflejar la locura concentrada en 3 días. Es el éxtasis de ser Erasmus y estar viviendo el final de la aventura. Es querer aglutinar todo lo vivido en un año en un fin de semana. Pero claro, eso es imposible, y es normal que te falten días. Pero para ello ya está la vuelta a la "calma" que se vive como estudiante Erasmus en Italia sin estar en el Evento Nazionale. Que ya es decir. 

sábado, 18 de mayo de 2013

Abuelo y cumpleaños

En este blog ya he hecho varias veces alusión a que el tiempo que vivimos debería contarse con otra medida que no sean los años. Pero al final a todos nos pueden las tradiciones y, aunque intentemos llevar una filosofía de vida llámese carpe diem, un cumpleaños es un cumpleaños. 

La semana pasada tuve la visita de Alberto, alias "el Abuelo", uno de esos personajillos de mi primer año en Italia. El apodo se lo ganó por el hecho de ser uno de los dos mayores del grupo, por tener un comportamiento serio y formal, y un aspecto de persona responsable. Hasta que se ponía a beber. Pero su época dorada como Erasmus pasó hace dos años y el chaval desde entonces ha encontrao trabajo y se ha formalizao. 

Voy a recoger a este hombre a Milán con Bea por la noche y nos volvemos en el penúltimo tren a Pavía. La idea es pasar la media hora de trayecto hablando con él y contándonos mutuamente qué tal nuestras vidas porque aunque hemos mantenido algo el contacto no nos veíamos desde Siena. Pero dos borrachos (y a saber qué mas) italianos se sientan con nosotros y se nos ponen a dar la chapa todo el camino hablando de lo humano y lo divino. Pero una chapa intensa, ¿eh? No una chapa cualquiera, no. No sabía si reírme de la situación, estar nervioso porque se bajaban en la misma estación que nosotros, o llorar porque uno de ellos tenía cáncer (o eso nos dijo). El caso es que para más inri el tren se para 15 minutos en mitad de la nada por algún problema y hay amagos de que se vaya la luz en todo el tren. Totá, que llegan las 12 de la noche, acabo de cumplir oficialmente 24 años y me encuentro en un tren parado entre Milán y Pavía rodeado de dos alcohólicos que están más pa allá que pa acá. Menos mal que el tren definitivamente se mueve,  llegamos a la estación y los dos locos se van. Yo voy saliendo totalmente empanado (por otra parte como suele ser habitual) por la situación vivida y por ir pensando en ir a casa a dejar a este hombre y su maleta y tirar para el Duomo porque todo el mundo está bebiendo allí. Pero cuando salgo de la estación escucho unos gritos que gracias a mi empane tardo unos segundos en entender que se han aglomerado todos allí y me están dando una sorpresa. La primera fiesta sorpresa que me han organizado nunca. Con carteles con mi cara y todo. Maldito viento que hace que se me metan cosas en los ojos... 

El jueves, día oficial de mi cumpleaños, me siento obligado a ir una clase de "Filosofia del diritto" en la que el profesor está literalmente LOCO, tiene 78 años y no para de gritar improperios a los alumnos y tomarla con los españoles. Todo precioso y un perfecto regalo de cumpleaños. Mientras, el Abuelo se ha quedado con Pelayo, y al salir de clase Bea me dice que tiene que ir a casa de una amiga y le pilla de camino así que me acompaña al Castello y me reúno con estos dos. Seguimos avanzando por el jardín del Castillo porque me dice Pelayo que hay una cafetería con terraza donde tomar algo. Y allí, pasados unos setos, en un parque infantil, vuelve a estar todo el mundo. Con pancartas, comida, bebida, una tarta (con velas de estas de hijadeputa) y regalos. Según me dicen luego esta sorpresa era todavía más evidente, pero definitivamente tengo que hacérmelo mirar porque no me estaba coscando de nada.


No una ni dos, sino DOS fiestas sorpresas de cumpleaños. Menudo poder de convocatoria hermanos, ni Cristiano en su presentación en el Madrid. Una tarde de sol y calor buenísima para pasarla con amigos. Y por la noche, Milán. Echos peazos es poco para como terminamos allí. Megáfono comprado a moro, botella de champán en reservado patrocinada por Alessandro y el cumpleaños del menda, salir a tomar el aire y que se nos acerque un treintañero metiéndose coca con billetes de 100 €... todo muy lombardo.

El viernes la idea inicial era hacer una barbacoa en casa de Kike y Jordi, pero el tiempo no acompaña y me voy con Alberto a que visite Milán de día y así no hacer que se sienta tan mal el chaval por no estar haciendo nada de turismo. Como a la mañana siguiente nos tenemos que levantar a las 6 (SÍ, A LAS 6) de la mañana para ir a Lago Maggiore, el plan de cena y frágola del Raise de tranquileo apetece bastante.

Nunca ha habido tanto silencio en un tren con más de 10 Erasmus españoles metidos en un mismo vagón. Dormidos como marmotas llegamos a Stresa, pueblecito de Lago Maggiore, con un día sin una sola nube y calor. Aquello parece de juguete y me recuerda a la típica ciudad construida por Disney en la que todo es ideal y nunca ocurre ningún suceso porque todo está hecho para que vaya perfecto.



Mientras algunos se quedan tomando en sol en un parque al lado de la orilla del lago, otros cogemos un barco pequeño que nos hace paradas en las islas Madre, Pescatori y Bella. Dos de ellas son privadas (te bajas, puedes dar una vuelta pero para entrar a cierta parte de la isla tienes que pagar). Aún así, no sé si influía mucho o poco el día que hacía pero son preciosas. De nuevo pueblecitos muy cucos como diría mi hermana, casas de colores, calles estrechas y todo muy idílico y tranquilo.


Al volver del recorrido por las islas nos unimos a los tanoréxicos que se han quedado haciendo lo mismo que podrían haber hecho en un parque de Pavía sin tener que levantarse a las 6 de la mañana, y echamos un rato al sol cual lagartos. Algún loco de nuestro grupo se baña en el agua congelada del lago y me invitan a hacerlo (lo del baño) pero NI DE COÑA. Volvemos a Pavía reventados no, lo siguiente, con todavía más silencio si cabe en el tren, y mientras el Abuelo duerme en casa porque se tiene que levantar temprano para coger el avión a mí no se me ocurre otra cosa que irme a casa de Aria a continuar la fiesta. 

Normalmente la gente celebra los cumpleaños. Y yo también, aunque nunca he sido mucho de organizar fiestas o cenas por ello. Pero si no lo he hecho es porque, la verdad, un cumpleaños puede tener motivos de celebración, pero también motivos de desánimo: "joder, ha pasado otro año", "soy un año más viejo"... Aparte, lo considero una excusa mala (como los fines de año, días de la madre y del padre, aniversarios, etc) para celebrar un sólo día al año algo, cuando se debería celebrar constantemente. ¿No debería ser al revés, festejar 364 días del año y el día de tu cumpleaños estar triste porque "te queda un año menos"? Sería una filosofía que si nos la plantearan desde pequeños nos tomaríamos la vida de otra manera. 

Sin embargo, gracias a toda la gente que estuvo presente con tantos detalles y regalos (y no sólo me refiero a regalos materiales, los regalos fueron mucho más allá que eso), y a las dos sorpresas que maravillosamente preparó alguien, sí tuve motivos para celebrar mi cumpleaños y olvidarme completamente de las otras reflexiones que suelen venirme a la cabeza en este tipo de días. Gracias de verdad a todos. Me habéis hecho sentirme especial. Posiblemente penséis que no hayáis hecho nada por simplemente venir a una sorpresa, enviarme un mensaje, una foto, hacerme una camiseta, una tortilla o una tarta, escribirme pancartas y recibirme con ellas o dejármelas en mi cuarto... os equivocáis. Habéis hecho y mucho, y cada uno de los pequeños gestos y detalles de estos días me han emocionado, son difíciles de superar y nunca los olvidaré. No me cansaré de decirlo, aunque alguien piense que no debo hacerlo, pero GRACIAS. Os quiero un montón. 

Y ahora, os invito a celebrar conmigo los otros 364 días del año. 

lunes, 29 de abril de 2013

306.900 minutos

Hace poco he estado en Sevilla una semana. Debería haber ido a Suecia a ver a mi amigo Edu que hace su particular año Erasmus en Linköping, pero a la semana de haber comprado el vuelo con destino a tierras de rubias altas y guapas me informan que justo en medio de las fechas será mi acto de Graduación. Y a Suecia podré ir (o eso espero) muchos otros años, pero días como ése se supone que sólo voy a tener uno. 

Volver a mi querida ciudad es algo que me encanta, pero en primavera Sevilla tiene una vuelta de tuerca de más. Ese olor a azahar, ese sol y esa temperatura, esa Feria... todo ello aderezado con l@s italian@s del año pasado que vuelven a "casa" por Feria, los montaditos de solomillo al whisky del Bar Casa Eme junto con una Cruzcampo bien fría, tus amigos de siempre y tu familia, y la semana que pasas en tu hogar se hace muy intensa. 

Sólo habría bastado que mi pasaje en Sevilla hubiera estado adornado con la Feria de Abril para que se me olvidara de sopetón el dinero que perdí por tener que cambiar los vuelos. Mira que la tengo todos los años, pero es que cada uno que pasa me gusta más. Y dos días me supieron a poco, aunque estuvieran muy cargados: la cena con la Portada enfrente en casa de Pepe, meternos en una caseta de vete tú a saber quién para bailar hasta altas horas, los churros con chocolate de la mañana, el almuerzo en la caseta "Los Puertos", la tarde de caseta en caseta improvisada, la noche con Páris y sus amigas, el encalome en una caseta privada patrocinado por Beca, la despedida con lágrimas en los ojos del Real... (vale, a esto ayudaría seguramente el alcohol ingesto)


Pero además de todo ello, esa semana estuvo marcada por algo muy especial: mi Graduación. En Italia podré celebrar también mi "festa di Laurea", que será por tradición el día en que lea mi tesis (vete tú a saber cuándo), y será una fiesta algo solitaria, pues aquí cada estudiante tiene su propio día de festejo. Pero con todos mis respetos a las tradiciones italianas, por mi parte prefiero nuestra forma de celebrar el final de una etapa universitaria. En mi caso son nada menos que 6 años compartidos con gente extraordinaria, y haberlo celebrado sin ellos hubiera sido, por lo menos, insignificante. 

Ya dijimos José Enrique y yo bastante en el discurso que leímos, así que no me quiero repetir. Pero como este post va dedicado especialmente a todos aquellos que desde primero de carrera han compartido conmigo este camino, querría remarcar que los 306.900 minutos vividos en clase con todos vosotros no serían nada sin los incontables momentos que hemos tenido juntos, tanto dentro como fuera del aula. No sé si a alguno de vosotros os pasará que sólo dentro de un tiempo, cuando esté inmerso en una vida muy diferente a la universitaria, echará la vista atrás y valorará todo lo que vivió en estos 6 años. Yo no quiero esperar ese tiempo, y antes incluso de que acabe este año he rememorado momentos que me han hecho sonreír nostálgico. Son muchos, muchísimos, como para intentar mencionar aquí aunque sólo fuera algunos. 

Antes de empezar la doble licenciatura, alguien me dijo que la etapa universitaria iba a ser la mejor de mi vida. ¿Le faltaba razón? Me gustaría pensar que sí, que se equivocaba, pues terminar ahora y asumir que lo mejor de tu vida ya lo has vivido es bastante triste. Creo que mi forma de ser me ayuda a que de cada cosa saque siempre lo positivo, y a intentar que cada día sea mejor que el anterior. Pero eso no quita que sepa perfectamente que mi experiencia en estos 6 años no se va a volver a repetir. 

Por ello, independientemente de que algunos o muchos de vosotros sigáis presentes en mi vida aún acabando la Universidad, no quiero esperar más para volver a agradeceros todo lo que habéis hecho por mí, aunque no os hayáis dado ni cuenta. Por ser en quienes pensaba cuando estaba desmotivado ante un examen, por esos apuntes prestados, por los muchos mensajes de apoyo en diferentes momentos, por el tiempo que os he robado cuando no entendía algo y me lo teníais que explicar, por acordaros de mí cuando íbais a tomar café o una cerveza, por acogerme en vuestros grupos de amigos cuando no pintaba nada en ellos, por las Semanas Santas, Ferias, Navidades, cumpleaños y tantas fiestas, por aguantar todas mis bromas y gracias, por recibirme siempre con una sonrisa... GRACIAS. 

Esté donde esté, en Italia o donde me lleve la vida, estos 6 años son inolvidables. Y no precisamente por lo que haya hecho yo, sino por lo que habéis hecho vosotros de mí, siendo como sois. Buenas noches... y buena suerte. 



P.D: Y para los que están en la foto de arriba, los que faltan por diversos motivos...y para Conjunta, os dedico esta canción para cada vez que os vengáis abajo:


lunes, 1 de abril de 2013

Ayyy Carmela

Semana Santa algo pasada por agua. Eso es lo que veía por internet al poner la televisión que retransmitía en directo las imágenes de Sevilla. En Pavía, mientras, había hecho unos días bastante buenos. Hasta que llegó mi hermana. 

Jueves por la tarde y llueve en Milán. Carmela se ha traído la lluvia desde Sevilla. No sé qué le habrá hecho al karma en esta u otra vida pasada pero vaya tela. Dejadas las maletas en consigna y habiendo visitado a mi inseparable Burger King, caminamos bajo el paraguas hasta el centro. O al menos con el paraguas, porque el hijo de puta que me lo vendió no me dijo que no haría falta ni una leve brisa de aire para que se abrieran las varillas en mitad de la calle. 

Aparte de ver lo típico, con una hermana no te puede faltar tenerla contenta y entrar en tiendas de ropa a que se le pongan los dientes largos. La Rinascente es un centro comercial al lado del Duomo, estilo "El Corte Inglés" pero sólo con marcas de lujo: Prada, Louis Vuitton, Gucci, Dolce & Gabbana, Armani...en definitiva, 400 € los paraguas así que me quedo con las ganas de comprarme uno que me sirva mejor porque no tengo suelto en ese momento. Todavía abrumados de tanto lujo llegamos a Pavía donde con el tiempo justo (y lloviendo por supuesto) hacemos aperitivo en el Minerva Lounge Bar. Porque igual no nos hemos comprado nada en Milán, pero eso es porque no queríamos: preferimos gastarnos dinero en cenar con los amigos en un sitio "chic" que lleve de coletilla "lounge bar". ¿Qué ocurre luego? Pues nada, lo típico, un poco de Raise, una mamma fragola para tres, la típica cara de quien ve hacer esa monstruosidad por primera vez, un poco de karaoke y para casa. ¿Me duermo en casa para descansar? No, obviamente, es la Madrugá sevillana y allí no llueve, así que me quedo una hora al menos disfrutando en la distancia del Señor de Sevilla y el Sentencia.

El despertador suena para recordarnos que, si mi hermana quiere volver a Sevilla y poder contarle a mis padres que ha hecho algo de turismo aparte de beber todas las noches, habrá que irse a Como. Las combinaciones las miramos anoche pero ni por esas: corremos hasta que nos falta el aire, compramos un billete in extremis y nos montamos en un tren. Demasiado nuevo y lujoso para habernos costado tan poco el viaje. Algo me huele raro. Y como el karma anda rondando por encima de la cabeza de mi hermana y el tiempo parece despejado por esa zona, dos minutos antes de llegar a la estación aparece el revisor: los billetes que hemos comprado no valen para ese tren y hay que pagar la diferencia. "Bueno, tampoco será para tanto", pienso. ¿Jí, no? Pos toma, por chulo 32 euros. Temblando le soltamos el dinero y nos bajamos abatidos del tren. Al menos hace sol. 

En Como entramos en el Duomo (mu bonito, oye) y visitamos, cómo no, una famosa hamburguesería (paso de hacerle publicidad a la competencia, lo que manda es el Burger King de Milano Centrale). Se nos unen Aria y Clara, una amiga que la está visitando estos días. Vamos en autobús a Bellagio y volvemos en ferry (precioso todo, padres, todo muy cultural y naturaleza en estado puro) con Carlota, otra chica de Pavía, con quien trazamos un plan maestro para acojonar a su compañero de piso que está loco. 



Después de que le cobren 50 céntimos por un vaso de agua a Clara en un bar, volvemos a Pavía donde nos espera un botellón en casa de Andrés que he organizado yo. Andrés, que ha llegado este segundo cuatrimestre, debe de estar encantado conmigo pues le he metido en su casa a 3 hombres y el resto mujeres. La cosa no se desmadra demasiado y el otro día mucho quejarse pero ahora bien que le vienen las sillas que le dejamos en casa cortesía del bar que tiene abajo (es una larga historia y no viene al cuento, pero digamos que tá tó pagao). La noche finaliza en Nirvana. Sin incidentes que mencionar, salvo que mi hermana está cogiendo demasiada confianza con mis amigas y se pone a bailar con ellas como si no hubiera mañana. 

Por fin el sábado nos levantamos habiendo dormido algo más que el resto de días y damos una vuelta por Pavía. ¿Cómo? Lloviendo, claro está. Unas cuantas iglesias, el Ponte Coperto, el Duomo, el Castello (ya podría hacerme esta ruta para las visitas con los ojos cerrados) y como viene siendo habitual, café en casa de Pelayo y Jorge, con los que cenamos más tarde en casa. "Salchipapas", plato estrella de Pavía, qué ricas. Por la noche toca reventar casa de Sara. Allí la mitad somos viejos conocidos y la otra mitad visita, pero nos entendemos todos perfectamente y sabemos que mientras no usemos gasolina y fuego la cosa saldrá bien.


Nos echan las propietarias de casa porque tenemos que ir al centro a una sala donde pincha un italiano que conocemos (vamos, que nos encasquetan una fiesta by the face) y luego Cantina, ese local subterráneo lleno de ilegalidad donde se puede fumar y cierra a horas altamente cuestionables en cuanto a órdenes municipales se refiere. Allí dos de nuestras amigas se pasean con sombreros mejicanos ofreciendo Tequila y a mí eso me da miedo porque la noche puede acabar mal, pero como el Tequila y yo no nos llevamos bien escapo de la tentación y vuelvo a casa sano y salvo con mi hermana y Pelayo, no sin antes presenciar como Sara iba hecha peazos y no era capaz ni de ponerse el abrigo sola. Lo dicho, menos mal que no probé el Tequila. Justo al lado de casa vemos pasar enfrente nuestra una chica corriendo. Mi hermana y yo nos miramos. "¿Ésa era Fuchsia?". Afirmativo, lo era. Borracha y sola, Fuchsia (mi nueva compañera inglesa de piso del segundo cuatrimestre de la que no os he hablado porque no he tenido tiempo) ha llegado corriendo a casa desde Cantina y lanza gritos e improperios en la cocina porque ha perdido su chaqueta y la que trae consigo no es la suya. De hecho la tira al suelo cabreada. Luego se acuesta en el sofá y mi hermana la tapa con una manta. Si es que es más atenta mi Carmela... a la mañana siguiente, Fuchsia se despierta en el salón y la oímos hablar consigo mismo "Shit shit shit shit! I lost my jacket!"

Los días que has estado en Pavia, Carmela, no han sido los mejores en cuanto al tiempo, pero sí ha sido increíble el tiempo que has estado. Se me ha hecho cortísimo y no veo la hora de volver en 10 días a Sevilla y bailar unas cuantas sevillanas contigo. Gracias por venir, no voy a poner de nuevo cuánto te quiero, y prepárate porque voy con ganas de Feria. También será corto pero intenso. 

P.D: ...y ya estamos en abril, señores...

lunes, 18 de marzo de 2013

Comiendo nieve

"¡Haz cuña, Santi! ¡Haz cuñaaa! ¡HAZ CUÑAAAAA!"

Y plof. Nieve por todo el cuerpo. Me despierto de la pesadilla que he tenido en la que rememoraba el fin de semana pasado, y me digo a mí mismo "qué buen resumen de lo que fue el fin de semana esquiando". 

Jueves por la noche. Carvajal (recuerden ustedes, uno de mis compañeros de piso) tiene visita, y yo, viendo que no voy a estar en todo el fin de semana, como buen anfitrión decido salir un poco al Raise a tomar una fragolilla. Al fin y al cabo, nos han citado a las 6 de la mañana en la estación de tren de Pavía y ya que no ha salido la noche de empalme en Milán, podré acostarme temprano y dormir algunas horitas para descansar para la nieve. Jí Paco. Quien dice una fragola dice dos, y quien dice noche de tranquileo dice after en casa de Soraya y Cristina con chupitos de vodka melocotón y menta, y después el tiempo justo de ir a casa, coger la maleta y plantarme en la estación. Claro que sí, campeón, tú que nunca has esquiado te gusta el riesgo y vas de empalme a un viaje de muerte y destrucción. 

La gente lleva esquís y tablas, así, unilateralmente, ya de serie. Tú los vas a alquilar y no has esquiado en tu puñetera vida, Santi, PERO LA GENTE LOS LLEVA COMPRADOS. Qué buena señal. ¿Recuerdas que venías ya con la sensación de que todo el mundo va a reírse de ti, pues eres el único que no ha estado nunca en la nieve? Pues ahora no sólo se confirma, sino que se duplica la expectativa. Intentas dormirte en el bus pero los bocinazos repetitivos del conductor te despiertan. Miras por la ventana y el autobús transita por al lado de un precipicio. Ni con 10 cafés te hubieras despertado tan de sopetón. 

Pues ya estamos en Foppolo. El tiempo no es el mejor, pero hay luz suficiente para que vea lo que me espera bajar con los esquís, rodando o medianamente en equilibrio. Glub. Me toca una habitación con 3 mujeres. Tiembla, Santiago. Espero cola para coger el material que me va a tocar sufrir todo el fin de semana, y me apunto a una clase de iniciación de esquí. Me pongo las botas. Ostia tú, qué cosa más incómoda. No sé ni cómo carajo se anda con esto. 


Segundo paso, ponerme los esquís. Bueno, para ir en llano no se me está dando mal andar con estas cosas. Dos profesores nos hacen durante dos horas bajar una y otra vez la rampa final de la pista azul, puesto que no hay pista verde para principiantes. Entre que hay subir en paralelo una y otra vez lo cual cansa tela, que llevo camiseta interior, térmica, jersey de lana y chaquetón de nieve del Decathlon, calcetines térmicos, mallas, pantalones de nieve, gorro, braga y guantes, podría llenar una bañera con mi sudor. Y yo desde verano sin hacer ejercicio. 

Cuando al acabar la clase sin haber aprendido prácticamente nada mis amigas las expertas me dicen de subir con ellas en el telesilla a bajar la pista azul, se me hace un nudo en la garganta. Aria, la única sensata de las niñas, no lo ve nada claro al igual que yo, pero la maldita maña la convence y allí que me suben. 

Primera misión, bajar del telesilla con los esquís puestos sin caerme, FALLIDA. 

Segunda misión, intentar hacer cuña para frenar en rampa, fallida. Me caigo. Me levantan. Sigo un poco más. Me caigo. Me levantan. Cojo una cuesta más empinada. Cojo velocidad. Hago cuña. No freno ni de blas. Me tiro. Así media hora más. Como sólo he bajado la mitad de la pista azul y mis amigas no tienen más abdominales para reírse, Aria hace de alma caritativa y me lleva hasta abajo. Sí, ella delante y yo detrás. 

Primera subida al telesilla: DESASTRE. Toy más cansao que en el último capítulo de Kung Fu. Me duele todo. Tengo todo sudado. Y no he aprendido creo que nada. Mi motivación para la nieve es nula. Menos mal que de la hora del cierre de las pistas hasta la de la cena tenemos un par de horas de descanso. Nunca me había sentado tan bien una ducha caliente. 

La cena es en el hotel, donde Aria nos agrada la velada con anécdotas escatológicas muy propias para la ocasión. El botellón nos dicen de hacerlo todos juntos en el hall del hotel, los de Pavía y los de Milano. Conozco a mucha gente y nos invitan a participar en un juego de beber compitiendo. Qué majos, nos quieren emborrachar. La fiesta de después es en una discoteca cerca del hotel donde prácticamente estamos los 2 autobuses del viaje y alguna viejecilla del pueblo. Aria y Gros se han aliado en un complot malévolo de llenar a todo kiski de post it, y lo consiguen. Qué majicas. 

El sábado me levanto hecho peazos pero temprano para desayunar, hacerme los bocatas del almuerzo y con ganas de coger hoy el toro por los cuernos. Además, el sol nos sonríe a todos:


A lo largo del día subo unas cuantas veces la pista azul, con nuevas almas caritativas que me soportan además de Aria, como Laura y Sara. Me sigo cayendo pero parece que en un porcentaje algo menor, y parece ser que le voy pillando el truco poco a poco a eso de girar, y ya por lo menos no me embalo como antes. Eso sí, mi nivel de agotamiento empieza a ser preocupante. Santi, tienes que hacer más ejercicio. Menos mal que la niebla que baja rollo película de Stephen King me quita las ganas de repetir muchas veces la subida en el telesilla. Después de descansar, en la cena nos avisan de que vamos a hacer un Harlem Shake en el hall. ¿El resultado? Juzgarlo vosotros mismos:


Después de la reventaera que ha supuesto el día entero de nieve, sumado a lo poco que dormí ayer, el viaje, primer día destructivo de aprendizaje y la noche de fiesta, el sábado podría ser un buen día para quedarme en el hotel descansando después de hacer este vídeo. Pero soy un temerario. 

Domingo. Último día. Última misión, bajar la pista azul sin caerme una sola vez: CUMPLIDA. Suena la música de "We are the Champions" de The Queen. Además, esta vez no soy yo el que se cae, pues las inglesas están probando por primera vez el snow y no están cayéndose poco que digamos. Tó motivao, intento repetir bajar otra vez para despedirme. Me caigo 2 veces porque las piernas ya no me responden. Te has ido de guay, Castro. 

En resumen: para lo torpe que soy, el primer día nefasto que tuve y no haber esquiado antes en mi vida, me ha gustado la experiencia. Gracias a los que habéis tenido paciencia conmigo y me habéis acompañado en mis caídas. Prometo repetir si puedo y algún día, quién sabe, ser yo el el paciente que vaya detrás de un torpe principiante que no para de comer nieve. 

jueves, 14 de marzo de 2013

Reencuentro sienés

Me remonto al 27 de febrero (lo sé, llevaba esto un poco atrasado). 

Pablo, ese personaje de Rochelambert que vino en su día a Pavía malo como un dolor, vuelve a la acción. Esta vez parece que viene con las pilas cargadas. Por la noche es la cena de despedida de Anna Catalana, esa chica que me ha estado aguantando infinitas bromas con infinita paciencia durante un cuatrimestre entero. En el Mezzaluna, pizzería caracterizada porque si reservas para 20 personas o más, por 10 € te dan pizza a elección y cerveza y vino ilimitado, nos ponemos tibios. De comer y de beber. Pero la noche sigue y hay que beber Pampero en mi casa. La cuestión es si conseguiremos coger la botella de Pampero, porque cuando llegamos hay más gente que en la guerra. Salón, cocina y pasillo invadidos por gente de pié, sentados contra la pared, desconocidos, novicias...Quitando los 3 desmayos seguidos que tuvo Pelayo en mi salón por causas aún desconocidas (qué le gusta llamar la atención), la noche cumplió: discoteca Nirvana, fragola por aquí, bocadillo de desayuno de camino a casa, y fin.

Lo jodido es levantarse. No recuerdo bien exactamente, pero juraría que a las 9 sonó el despertador. Cuando llegamos a la estación de Pavía, el único tren que podemos coger para llegar a Milán es el caro, pero mi tiesura me hace comprarme el billete barato. ERROR. Pasa el revisor, no me perdona ni siquiera que me haga el despistao y me cobra 8 "euritos" de más. Al llegar tenemos poco tiempo para coger el tren que tengo comprado a Turín y que Pablo con su chanchullo tiene que comprar, pero se me ralentiza el ritmo cardíaco cuando me doy cuenta de dos cosas:

1) El billete que compré online era un ofertón y es de los caros, ergo a Pablo el chanchullo no le vale.

2) Los 3 billetes de retorno desde Turín que también había comprado online y que me habían costado 33 "euritos" me los he dejado en Pavía. 

El viaje a Turín está siendo un éxito, oiga. A Pablo se le han acabao los familiares contra los que blasfemar y optamos por tomarnos la cosa con relajación, volvernos a Pavía, coger todo, comer tranquilamente (¡aúpa Burger!) y llegar a Turín por la tarde. Y allí que me encuentro con ese par de golfos con el que compartí el que por ahora ha sido el mejor año de mi vida: Víctor "Tifiderio Cagaprisas" y Luisao "Sabroso Golfo", que se llevan la sorpresa de ver a Pablo al que no esperaban, además de las bellas Ilaria y Giulia, sonrientes como siempre. 


Feliz reencuentro en Italia todos de nuevo, sino fuera porque cuando les comento el problemilla de nuestra vuelta a Pavia y demás, Víctor (que demuestra aquí el por qué fue el mejor de su Máster) comenta "pero illo, si lo habías comprao por Internet, ¿no podías volver a imprimir los billetes con un pen drive aquí?". No hay fotos de la cara de Pablo. Mejor. 

Qué mejor manera que birra Wührer y bocadillos como en los viejos tiempos para el reencuentro. La noche se anima y caen varios chupitos en Nomeacuerdodonde. Luego Giulia nos cuela en una discoteca cuyo nombre no augura nada bueno: Cutre. Nos cuela literalmente, porque la cola llega de allí a Pavía. ¿Razón? Al parecer actúan dentro esta noche un grupo cómico muy conocido ahora en Italia que se dedica a liarla allí donde va. Ni pajorela personal de quiénes eran sino fuera porque nos habían enseñao vídeos antes. Discoteca buena con buena música y buenas perras. Si alguna se siente ofendida lo siento, pero no se me ocurría forma más fina de decirlo. 

Despedida de las italianas, almuerzo tempranero en McDonald's (vaya preparación para el Evento Nazionale loco) y llegada a Milán. Pablo la maricona no defrauda y se va directamente a Pavía, pero yo me quedo dando una vuelta con estos por la ciudad de la moda. A la vuelta en Pavía hay poco tiempo, pues la noche va para largo. Lo primero, cena en Mezzaluna. AGAIN. Más pizza gigante, más cerveza, más preparación para el Evento Nazionale. Ya entonados cogemos el tren a Milán, donde Pablo y yo entretenemos a nuestro público con sevillanas del estilo "alla porta di Toledo, mamma, ho gelossia". La discoteca que nos espera es la más grande de Milán así que os podéis imaginar: Alcatraz. Hoy hay fiesta organizada porque la ESN de Pavía no tiene nada mejor que hacer que VOLVER a hacer un Welcome Month para la gente del segundo cuatrimestre, por si con el del primero no hubiéramos tenido bastante. ¿Y quién faltaba por unirse a nosotros, por si éramos poco y no había parío aún la abuela? Pues el Acho. Con un colega suyo, venidos desde Bolonia. Ya estamos los 6. Noche memorable. Vuelta in extremis cogiendo el tren in the limit. Reventaera máxima. 


Por fin podemos dormir una noche hasta descansar medianamente bien. Eso a pesar de que el Acho es un tocapelotas que hasta las 6 no le abre la consigna de la estación de Milán y llega más tarde a mi casa con el consiguiente despertar mañanero. ¿Cómo dormimos 6 tíos en mi casa además de lo que ya hay metido de por sí? Bueno, soy campeón mundial de Tetris, no preocuparse. 

Habíamos hablado de que el sábado, después de los 2 días intensos que habíamos tenido, podría ser en mi casa con algún bocadillo que otro y vídeos de Youtube. Pero ni de blas. Vamos con Alessio a tomarnos una copilla al lao de mi casa donde te ponen cubata y chupito por 2,5€, y después a casa de Sara. En casa de Sara DA LA CASUALIDAD de que hay poco macho, mucha hembra y muchas ganas de fiesta. Nuestro plan de tranqui queda aniquilado. Convertimos su salón en una discoteca y nos da una hora razonable: las 4. Pero aún así tenemos que aguantar: nos hemos declarado en huelga. Hoy hay sciopero, aunque algunos parece ser que cumplen servicios mínimos. Malditos esquiroles. 



Mi preocupación de que todo saliera bien el fin de semana se desvanece: nos ha hecho buen tiempo, hemos hecho turismo, hemos salido todos los días y, sobre todo, hemos reído mucho, muchísimo, hasta faltarnos el aire. El reencuentro que tanto quería con Víctor, Luisao, el Acho y Paolo Come Va superó las expectativas generadas. Y la razón es obvia: cuando una panda de golfos se juntan, ya se pueden quedar en una casa encerrados que el descojone y los buenos ratos van a surgir solos. 

Gracias chavales por venir. Por mí hubiera caído un segundo Erasmus juntos y lo sabéis. Mi hígado, pulmones y neuronas no dirían lo mismo. 

martes, 5 de marzo de 2013

De Champions y sorpresas

Las personas, por tradición, celebramos los cumpleaños. No sé si en todo el mundo, pero hasta donde me abarca a mí, sí. Y es cierto que todos los años deberían ser iguales...pero cuando me di cuenta que mi hermana haría 30 años estando yo en Pavía, me negué en rotundo. Así que me compré un vuelo allá por diciembre para la fecha en cuestión, se lo dije solamente a mi padre y aguanté Navidades en familia y demás ocasiones de debilidad sin soltar ni pío, ni siquiera a mis amigos. ¿Fecha exacta del vuelo de ida a Sevilla? 21 de febrero a las 6:45 de la mañana. 

A todo esto hay que sumar que allá por diciembre, si no recuerdo mal, se hizo el sorteo para los octavos de final de la UEFA Champions League. Y a mi querido Barça (aunque estos días me ha dado más penas que alegrías) le tocó el Milan. ¿Fecha exacta del partido? 20 de febrero a las 20:45. 

Miércoles 20 de febrero. 8 de la mañana. 

Suena el despertador. Después de haber dormido unas 6 horas, me tomo un desayuno y salgo a coger un autobús (cosa poco frecuente en mí en esta ciudad). Me paro en el típico sitio donde ya ni siquiera hay calles de ciudad normales y corrientes, sino carreteras/autovías que te hacen jugarte la vida. ¿Para qué estoy haciendo todo esto? Pues para recoger el jodido paquete que lleva 3 semanas dando vuelta desde que me lo enviaron desde Sevilla y que no ha habido manera de que llegue a mi casa. No sin cierto problemilla consigo finalmente que me den el dichoso envío, cojo el bus y me paro al lado de la estación de tren. Entro en una tienda de fotografías a que me revelen y enmarquen ésta y otras fotos:


Primer regalo averiguao. Andando a casa con la caja y las bolsas casi la lío parda pero todos sobrevivimos. En casa termino de hacer la maleta, me hago unos bocatas, abro el paquete (JODER, RESERVAS DE CHACINAS...) y me voy a la estación. A partir de aquí, todo el día que me quedaba empezaba a ser improvisado. Y son las 11 y poco de la mañana. 

A la estación llego corriendo porque mi memoria mi dice que en breve sale un tren que me lleva a Milano Centrale. PERO NO. Falta una hora para el siguiente y yo paso de esperar tanto, así que me compro un billete a Centrale y pillo un tren que llega a Milano Bovisa. BOVISA, vete tú a saber onde caraho está eso. Bueno, no pasa nada, ahí viene un revisor y le podrás pregunt...espera chulo, que tú tienes un billete que no es el correcto. RÁPIDO, REACCIONA, ¿QUÉ HARÍA CHUCK NORRIS? La mejor defensa es un buen ataque. Me adelanto a que llegue a mí y le informo de que me he equivocado al comprar el billete y que no sé si con este tren llego a Centrale. Le doy un billete. Lo mira. Me dice que ese billete es para 3 personas. Lo miro. Le acabo de dar un billete reusado no sé cuántas veces que si se llega a dar cuenta la multa sería todavía peor. Le doy el que es, me explica qué tengo que hacer y no me echa en cara nada. EPIC WIN. 

Ya en Centrale le compro una caja de pinturas de Sephora a mi hermana. Segundo regalo averiguao. La meto en la maleta, dejo ésta en consigna y me pillo un metro al Duomo. Allí ya se palpa el ambiente de Champions: banderas, cánticos y borrachos por tos laos. Sigo las indicaciones de mi GPS para llegar al hotel de concentración del Barça. El GPS me envía a 2 kilómetros de allí. Recorridos 50 metros, veo mucha gente y un autobús con fotos de jugadores: estoy en el hotel del Barça. Le van a volver a hacer caso a mi GPS 2 personas. A partir de ahí el plan lo había trazado a grosso modo mi amigo Álvaro de Badajoz: tú vete al hotel del Barça el día del partido por la mañana, intenta buscar por allí a alguien que sea utillero o de la directiva del equipo, y pregúntale si tiene entradas para venderte, porque normalmente al club le dan en Champions un número de entradas para familiares, amigos y demás y si les sobran, no les importa venderlas a aficionados. El plan era mu bonito, pero alrededor del hotel del Barça hay vallas, un maromo que impide el paso si no estás en lista cual discoteca se tratase, y lo que no hay es ni utilleros ni su puta madre. Bueno Santi, pues hasta las 2:45 de la madrugada que cojas el bus al aeropuerto dime tú qué coño haces. 

Me tiro aproximadamente una hora alrededor del hotel intentando ver si sale alguien o escucho algún comentario de horarios: hasta las 18:30 no saldrán hacia el estadio, así que ni de blas. Pues nada, voy a comerme uno de los bocatas. Me da por hacerlo cerca de 3 hombres con equipación del Barça. Afirmativo: hablan catalán. Se les acercan 2 sudamericanos y cuando veo que les contestan en castellano me digo "ésta es la mía" y me acerco en plan OLA K ASE a saludar. Cuando les pregunto que si van al partido y me dicen que sí viene mi oportunidad, y con cara de apenado les suelto que lamentablamente yo no porque no quedaban (falso totalmente, quedaban pero ni Cristo iba a gastarse 130 € en ese partido). Y entonces, con un redoble de tambor, uno de los catalanes me mira y me dice "¿tú quieres una entrada?". Juraría que el corazón estuvo 2 segundos sin palpitarme, y cuando me vuelve a correr la sangre empiezo a negociar. "100 €". "Ufff, chungo". "80 €". "Mmm...es que soy becario y me la han bajao este año...". "¿70?". Y entonces me la juego. No recordaba cuánto me quedaba en la cartera, así que le digo que antes de seguir regateando debería mirar si tengo lo que me pide, porque si no tendría que ir a sacar dinero. Y cuando la abro vislumbro 50 €. Mis 50 € salvadores que hacen que le dé pena al colega y acepta. 


Después del favor que me acaban de hacer, me quedo hablando con los 3 una hora, además porque son tó güena gente. No obstante hay dos problemas que me rondan la cabeza:

1) ¿Y si la entrada es falsa?
2) ¿Qué carajo hago yo con la maleta que está en la consigna?

Intento resolver lo segundo antes de que lleguen Jordi y sus amigos que vienen de visita (sí, todos con entradas compradas antes, y Jordi la maricona no tuvo el detalle de comprarme una a mí...TE VAS A CAGAR, MAÑICO). Lo primero lo resuelvo cuando llegan y comparo mi entrada con la suya: totalmente idénticas. Lo otro, de momento, es una incógnita porque mis contactos de Milán no dan señales de vida. 

La tarde la pasamos contagiándonos del ambiente del partido, tomando un cafelillo y reuniéndonos con Bea (otra maña que estudia en Milán) y sus amigos. Me la presentan, previa información de que ella vive en una residencia aquí. Si he dado ya pena una vez hoy, ¿por qué no una segunda? "Pues nada, yo es que me tendré que salir antes de partido a recoger la maleta que está en la consigna y la cierran a las 23:00..." La bondad humana me sonríe y la chavala se ofrece encantada a dejarla en su residencia. Muy buena gente, NO COMO LA MARICONA DE JORDI. Nos separamos de él y sus amigos mientras cogemos combinaciones de metro a Centrale, recojo la maleta, otra combinación larga hasta la residencia de Bea, dejamos la maleta, y otra combinación larga hasta San Siro. El ambiente de metro espectacular. Eso sí, las 2 horas de previa en el estadio que pretendíamos se quedan en 10 minutos. 



Del partido mejor ni hablo. Eso sí, ambientazo como nunca había vivido. Al terminar la catástrofe, nos tienen a los visitantes esperando 45 minutos y entonces nos dejan salir. Mis amigos que tienen que volver a Pavía pierden el tren y nosotros el metro, así que venga, en bus y tranvía a la residencia echamos más de una hora. Cuando llegamos encima a las horas que son nos tenemos que colar por una ventana para poder entrar. Después de tirarme un rato allí, me indican cómo llegar a Milano Centrale. Digamos que Milán de noche no es la ciudad más segura del mundo, pero si tienes que coger el autobús nocturno que tuve que coger yo...Ciudad Juárez es el paraíso. 


Jueves, 21 de febrero. 9 de la mañana. 

No obstante, he llegado vivo a Sevilla. Aquí intentaré ser más breve porque se me está yendo de las manos el correo y creo que se puede resumir mejor: siempre es bonito volver a tu ciudad, pero más aún cuando nadie se lo espera y a todos les alegra. Los gritos de mi abuela y mi madre al entrar en casa, las lágrimas de mi hermana al verme, y la grata sorpresa que se llevó algún que otro amigo, merecen las más de 24 horas de odisea hasta llegar a casa. A pesar de saber que te estás perdiendo la juerga padre en Pavía y que cada vez te quedan menos meses para seguir disfrutando de ella, la comida BUENA, la Cruzcampo, la temperatura, el centro, los cuidados y cariños de tu familia y la felicidad de tu hermana son cosas que te hacen estar muy feliz en casa. Y la compañía de tus amigos, las tonterías del Beca, la sorpresa a Laura, el descubrir los Corralones junto a Páris, Zafra y compañía, el salir por el centro con los italianos a los que les di la charla de Sevilla, son otras que me ayudan a decir "cuando vuelva, tampoco me va a faltar de ná". 

Y como debería ser la protagonista de esta entrada, aunque al final se me ha ido por otros derroteros, volver a Sevilla me alejará de mucha gente a la que quiero, pero me devolverá a estar con la que más paciencia tiene, la que siempre me escucha cuando tengo algo que contarle, la que siempre me cuenta cuando tiene algo que decirme, la que me acogía en su cama de pequeño cuando al mudarnos dejamos de dormir en la misma habitación y a mí me daba miedo dormir solo, la que ilumina con su sonrisa el 22 de Ramón y Cajal...en definitiva, la que con sus 30 añitos ha demostrado que fue, es, y será, la mejor hermana del mundo. 


lunes, 18 de febrero de 2013

Hasta pronto, rubia

Exactamente mañana va a hacer 5 meses que llevo aquí en Pavía. Lo cual quiere decir que me quedarán exactamente otros 5. Lo cual quiere decir que estaré exactamente en el ecuador de mi segundo Erasmus improvisado. 

Y eso se nota. 

Se nota porque hace unos días que acabé todos los exámenes (todos bien, por cierto). Porque empieza a hacer menos frío (al menos por momentos). Porque ya hay comentarios entre los amigos del estilo "oye, a partir de ahora hay que darlo todo todos los días". Porque el número de visitas, excursiones y viajes se multiplican. En general, se nota por cosas buenas. 

Salvo por una cosa. 

Los Erasmus tienen fecha de caducidad, eso duele asimilarlo pero es así. El problema es que no todos tienen la misma fecha de caducidad. Y claro, cuando en mitad de lo bueno te dicen que alguien muy especial se tiene que ir y no va a estar ya todos los días en Pavía se te queda el cuerpo muy, muy cortao. Sobre todo cuando tú mismo hiciste carambolas tu último día antes de volverte por Navidades para que esa persona se quedase hasta el final contigo. 

Pero qué le vamos a hacer, no todo me puede salir bien siempre. Y aquella persona con la que había echado tantas mañanas, tardes y noches, tantos cafés, almuerzos y cenas, tantas copas, cervezas y chupitos, tantas charlas, tantas risas, de repente se me va. A mí y a todos los que la queremos tanto por Pavía. 

Por eso, pero porque sé también que volverá y que siempre tendremos tiempo de un penúltimo todo, te deseo lo mejor por Madrid y que no tardes en comprarte un vuelo a Bérgamo. Te echamos de menos, pero te esperamos con frágolas. 


miércoles, 13 de febrero de 2013

L & P

Se puede decir que ya había tenido visitas en Pavía (mi amigo Pablo. Sofía y Cristina las portuguesas. ¿Adrián que iba a ser mi compañero de Doble Titulación?), pero hasta el jueves pasado, ninguna que OFICIALMENTE hubiera cogido un vuelo desde España para venir a verme exclusivamente a mí. 

Hace sol, no demasiado frío, y como suele ser habitual últimamente llego más tarde de lo normal a recibirlas (aunque esta vez tengo medianamente cierta excusa). Allí están, Laura y Páris, con cierta cara de "¿en serio nos has hecho esperar A NOSOTRAS?" que disimulan muy bien, y sin haber entrado aún en arrebato comprador compulsivo. Después de comer en mi querido Burger de la estación de tren (donde he de decir que soy el que menos come. Malditas gordas, creo que van a dejarme mi despensa tiritando), dejamos las maletas en la consigna: 10 minutos esperando donde no era con un cartel enorme que lo indicaba, y gente que posteriormente aprovechó para colarse. Pero Páris controla sus instintos asesinos. 

El día está propicio para ir andando a todos lados: bajamos por la calle de tiendas, tomamos un café (se enfadan conmigo porque no les explico antes de pedir que existe uno con Nutella. Empezamos bien), cruzamos las galerías, vemos el Duomo, andamos hasta el Castello y todo de vuelta a pié. No hizo falta que llegara el día siguiente: ya en el tren a Pavía las agujetas en los gemelos me dijeron "Ola K Ase". 



Llegamos a Casa Fagioli para dejar las cosas y llega su primer encontronazo con la realidad Erasmus: la fiesta de ayer se nos fue totalmente de las manos y no nos ha dao tiempo a ninguno de limpiar nada. Salimos de la pocilga de mi casa a hacer un aperitivo al Minerva Lounge Bar. SÍ, DE SIBARITA Y TÓ COOL, PORQUE HABÍA HASTA QUE RESERVAR. Por 7 € nos ponemos como el kiko (el tal kiko éste tenía que ser una jodida bola de grasa). Después vamos al Black Bull, bar que se caracteriza por poner jarras de cerveza estilo Oktoberfest por 5 €. Me siento entre mis amigas y la visita de Irene a la que martirizo a mi manera hasta que me odia. La cosa se anima poco a poco, hasta tal punto de que me veo solo en una mesa con 20 mujeres. Y no, no es una ventaja competitiva: ninguna acabó en mi cama. En el Raise mis amigas conocen cómo se hace la famosa Fragola, y concretamente, a la poderosa mamma Fragola. Después acabamos la noche en casa de 3 andaluces, uno de ellos Dito del que no sé si os he hablado, pero que es un maldito personaje que siempre acaba hecho peazos



El viernes se supone que nos íbamos a levantar temprano para ir al Lago di Como. Pero se levantan dos personas. Damos una pequeña vuelta por alguno de los sitios que hay que ver de Pavía y almorzamos con Eva (mi rubia preferida de Pavía, merece mención aparte) y Rita (nueva incorporación canaria del segundo cuatrimestre). Pillamos terraza con sol, esto no está siendo normal. 



Por la noche viene Alessio a cocinarnos a casa: rissotto alla monzesse (o cómo coño fuera) que estaba tremendísimo. Se nos une Fra, otro italiano de la ESN, y después unos amigos suyos que estuvieron también de Erasmus en Sevilla como él. Nos vamos a un bar de nueva apertura al lao de mi casa, donde el camarero es vecino de Alessio y dice que viernes y sábados pondrán de momento copa + chupito a 2,5 €: se confirma. Lo que también se confirma es que el camarero, Roberto, es un jodido personaje: Robbie, harme ya el carné VIP de La Dolce Vitta. Después de bebernos alguna que otra, vamos al Raise (un'altra volta) donde hay más gente fuera que dentro. La fiesta se supone que debería terminar temprano: para nosotros porque tenemos Lago di Como, 2º intento, y para el resto porque mañana a las 7 de la mañana salen para el viaje a los carnavales de Venecia. Pero no contaban con el after en casa de Dito. Maldito liante. Yo llego a casa exactamente a las 7 y los Álvaros, que deberían estar hace 10 minutos en la estación, están tirando ropa en sus maletas a toda ostia. Así son ellos. 


Efectivamente el sábado se levantan temprano exactamente las mismas dos personas de ayer. Cocino en casa para mis niñas y después de remolonear damos una última vuelta por Pavía. Por la noche vienen a cenar pizza unos cuantos a casa, entre ellos Carlos de Mallorca. Con pocos años más que yo este tío ha vivido en Inglaterra, Norte y Sudamérica, está en proceso de divorcio, trabaja actualmente construyendo barcos aquí en Pavía y tiene un Lexus. Lexus que ofrece a la mañana siguiente para llevarnos a Lago di Como. Grande, abemus vehículo. En la cena/copas de mi casa me quedo alucinado con las historias sobre Italia y España que me cuenta Fra. Laura y Páris son unas mariconas que se quedan apamplás en casa sin salir, y el menda se va con la gente al bar de ayer. Está cerrando pero al vernos el camarero nos abre y nos dice que nos sirve la última. Maldito puto capo. 

Y llega el domingo. POR FIN, Lago di Como. Peeero lo que no os había contado es que yo había recibido una llamada dos días antes ofreciéndome un trabajillo. Así que el menda, después de haber dormido 3 horas, se presenta en un estudio de grabación en Milán a ser la voz del listening del típico examen de nivel de español. ¿Cómo os quedáis? Pues fijo que os la suda, pero yo estaba muy orgulloso. Totá, que después de estar 3 horas y media grabando allí y haber hecho esperar fuera a mis amigas y Carlos más de una hora, nos vamos a Como. Debemos haber sido los 3 cojonudos con el karma porque de nuevo tenemos sol. Eso sí, "más frío que en la celebración de la participación por primera vez en el Sacramento de la Eucaristía del adorable dibujito de plastilina conocido como Pingu", by Laura. Pero merece la pena: el Lago di Como es definitivamente si cabe más bonito de como lo pintaba la gente, en el paseo en barco casi morimos congelados pero tuvo su encanto, y Bellagio es la ostia de bonito...y la ostia caro, joder, 3 euros por cada puto café y bendito el día en que decidí invitar por haber trabajado (cierta persona me debe aún algo por ser afortunada en el juego...EJEM). 

Laura y Páris, ha sido un placer teneros. Casa Fagioli guarda un pedacito de cada una de vosotras...hasta que se acaben las chacinas que me trajisteis. Después a comprar otro vuelo y a renovar, mamonas.