miércoles, 19 de agosto de 2015

Bogotá

Muy pero que muy buenos días!!!

Zipaquirá, ajiaco, patacones, chévere, Usaquén, rumbeadero...

A pesar de que usamos el mismo idioma, he disfrutado muchísimo de esa variante del castellano que se usa en Latinoamérica en mi visita a Bogotá (visita, por cierto, que fue la primera semana de agosto, pero así soy yo, un tío que escribe según le viene...o más bien cuando le dejan, puede y tiene más o menos ganas). Eso y otras muchas cosas que os resumo, aunque os aviso que ya tengo fechas para la siguiente visita así que no os dejaré de dar el coñazo.

Aunque recomendaban llegar a Atocha con 3 horas o como poco 2 horas y media de antelación en caso de tener que llegar a la T-4S de Barajas para un vuelo transoceánico, con control de inmigración y trenecito conector incluido, adoro el riesgo y llego sólo con 2 horas. Al taxista Ahmed le digo que pulse el botón rojo de la palanca de cambios como en Men in Black, pero al vulcaniano con el que comparto taxi le da miedito y se niega.

Bromas aparte (o no), nunca había estado 10 horas seguidas en un avión ni había cruzado el charco. Tras 8 películas, 3 comidas y sus respectivas siestas, 2 libros leídos y 1 biografía publicada, aterrizo en el aeropuerto el Dorado de Bogotá. Desde que estoy en mi nuevo puesto de trabajo, estaba gozando por email y teléfono de las maravillas de la musicalidad, cordialidad y educación que demuestran en Sudamérica y México. Pero escucharlo en persona y en su tierra es otra cosa. Que si "ahorita mismo" por aquí, que si todo el rato "Señor" y hablándome de usted por allá, que si chévere para cualquier cosa...y sobre todo, ¡hablan más que yo! ¡MÁS QUE YO! He encontrado a dignos competidores definitivamente...

De la ciudad no nos vamos a engañar, no he visto prácticamente nada salvo el Hotel, la oficina y sus alrededores. Mucho tráfico, mucho caos, mucho cableado eléctrico y gente que no teme por su vida cruzando la calle por cualquier lado. Eso sí, se ve que el estar continuamente al borde de ser atropellado por los pelos vuelve a la gente risueña, simpática, educada y servicial, porque es todo lo que he encontrado por allí. Y se ve que cambios de humor los justos. Será porque tienen todo el año un otoño invariable, fruto de su latitud y su altitud (y no, no es un juego de palabras).

¿Turismo? Gastronómico de momento. Y muy bueno, por cierto. Me llevaron a comer al "Andrés carne de res", muy conocido y aunque algo elevado de precio, merece la pena por la atención, la decoración y por supuesto la comida. Otro día fuimos a otra variante del Andrés que es "la Placita de Andrés", algo más barato. Y una cena la hice por la Zona G, conjunto de calles llena de restaurantes, bares y cafeterías y con bastante ambiente. Concretamente fuimos al "Wok" (fusión de comida asiática y colombiana, muy rico todo) y al "Café Valdez Orígenes", muy MUY recomendable (en general el Café Valdez es una cadena nacional como el Starbucks pero en versión mejorada y con café colombiano, oséase, bueno) sobre todo por la explicación personalizada que te hace cualquier camarero cuando pides el café y en directo te muestra el proceso de filtrado, te cuenta la historia del café seleccionado, su región, su recolección...

Algunos pensaréis que una de dos, o me ha dado por volver a mis orígenes de Siena donde lo contaba todo, o Santi quiere volverse de esos que tienen un blog de viajes. Pues ni una ni otra, estaba aburrido y quería soltar lo que he hecho.

Me pillo vacaciones POR FINNN esta semana, así que a mi vuelta os podré seguir aburriendo con más viajes y publicidad gastronómica encubierta descaradamente.

Disfrutad!!!