lunes, 18 de marzo de 2013

Comiendo nieve

"¡Haz cuña, Santi! ¡Haz cuñaaa! ¡HAZ CUÑAAAAA!"

Y plof. Nieve por todo el cuerpo. Me despierto de la pesadilla que he tenido en la que rememoraba el fin de semana pasado, y me digo a mí mismo "qué buen resumen de lo que fue el fin de semana esquiando". 

Jueves por la noche. Carvajal (recuerden ustedes, uno de mis compañeros de piso) tiene visita, y yo, viendo que no voy a estar en todo el fin de semana, como buen anfitrión decido salir un poco al Raise a tomar una fragolilla. Al fin y al cabo, nos han citado a las 6 de la mañana en la estación de tren de Pavía y ya que no ha salido la noche de empalme en Milán, podré acostarme temprano y dormir algunas horitas para descansar para la nieve. Jí Paco. Quien dice una fragola dice dos, y quien dice noche de tranquileo dice after en casa de Soraya y Cristina con chupitos de vodka melocotón y menta, y después el tiempo justo de ir a casa, coger la maleta y plantarme en la estación. Claro que sí, campeón, tú que nunca has esquiado te gusta el riesgo y vas de empalme a un viaje de muerte y destrucción. 

La gente lleva esquís y tablas, así, unilateralmente, ya de serie. Tú los vas a alquilar y no has esquiado en tu puñetera vida, Santi, PERO LA GENTE LOS LLEVA COMPRADOS. Qué buena señal. ¿Recuerdas que venías ya con la sensación de que todo el mundo va a reírse de ti, pues eres el único que no ha estado nunca en la nieve? Pues ahora no sólo se confirma, sino que se duplica la expectativa. Intentas dormirte en el bus pero los bocinazos repetitivos del conductor te despiertan. Miras por la ventana y el autobús transita por al lado de un precipicio. Ni con 10 cafés te hubieras despertado tan de sopetón. 

Pues ya estamos en Foppolo. El tiempo no es el mejor, pero hay luz suficiente para que vea lo que me espera bajar con los esquís, rodando o medianamente en equilibrio. Glub. Me toca una habitación con 3 mujeres. Tiembla, Santiago. Espero cola para coger el material que me va a tocar sufrir todo el fin de semana, y me apunto a una clase de iniciación de esquí. Me pongo las botas. Ostia tú, qué cosa más incómoda. No sé ni cómo carajo se anda con esto. 


Segundo paso, ponerme los esquís. Bueno, para ir en llano no se me está dando mal andar con estas cosas. Dos profesores nos hacen durante dos horas bajar una y otra vez la rampa final de la pista azul, puesto que no hay pista verde para principiantes. Entre que hay subir en paralelo una y otra vez lo cual cansa tela, que llevo camiseta interior, térmica, jersey de lana y chaquetón de nieve del Decathlon, calcetines térmicos, mallas, pantalones de nieve, gorro, braga y guantes, podría llenar una bañera con mi sudor. Y yo desde verano sin hacer ejercicio. 

Cuando al acabar la clase sin haber aprendido prácticamente nada mis amigas las expertas me dicen de subir con ellas en el telesilla a bajar la pista azul, se me hace un nudo en la garganta. Aria, la única sensata de las niñas, no lo ve nada claro al igual que yo, pero la maldita maña la convence y allí que me suben. 

Primera misión, bajar del telesilla con los esquís puestos sin caerme, FALLIDA. 

Segunda misión, intentar hacer cuña para frenar en rampa, fallida. Me caigo. Me levantan. Sigo un poco más. Me caigo. Me levantan. Cojo una cuesta más empinada. Cojo velocidad. Hago cuña. No freno ni de blas. Me tiro. Así media hora más. Como sólo he bajado la mitad de la pista azul y mis amigas no tienen más abdominales para reírse, Aria hace de alma caritativa y me lleva hasta abajo. Sí, ella delante y yo detrás. 

Primera subida al telesilla: DESASTRE. Toy más cansao que en el último capítulo de Kung Fu. Me duele todo. Tengo todo sudado. Y no he aprendido creo que nada. Mi motivación para la nieve es nula. Menos mal que de la hora del cierre de las pistas hasta la de la cena tenemos un par de horas de descanso. Nunca me había sentado tan bien una ducha caliente. 

La cena es en el hotel, donde Aria nos agrada la velada con anécdotas escatológicas muy propias para la ocasión. El botellón nos dicen de hacerlo todos juntos en el hall del hotel, los de Pavía y los de Milano. Conozco a mucha gente y nos invitan a participar en un juego de beber compitiendo. Qué majos, nos quieren emborrachar. La fiesta de después es en una discoteca cerca del hotel donde prácticamente estamos los 2 autobuses del viaje y alguna viejecilla del pueblo. Aria y Gros se han aliado en un complot malévolo de llenar a todo kiski de post it, y lo consiguen. Qué majicas. 

El sábado me levanto hecho peazos pero temprano para desayunar, hacerme los bocatas del almuerzo y con ganas de coger hoy el toro por los cuernos. Además, el sol nos sonríe a todos:


A lo largo del día subo unas cuantas veces la pista azul, con nuevas almas caritativas que me soportan además de Aria, como Laura y Sara. Me sigo cayendo pero parece que en un porcentaje algo menor, y parece ser que le voy pillando el truco poco a poco a eso de girar, y ya por lo menos no me embalo como antes. Eso sí, mi nivel de agotamiento empieza a ser preocupante. Santi, tienes que hacer más ejercicio. Menos mal que la niebla que baja rollo película de Stephen King me quita las ganas de repetir muchas veces la subida en el telesilla. Después de descansar, en la cena nos avisan de que vamos a hacer un Harlem Shake en el hall. ¿El resultado? Juzgarlo vosotros mismos:


Después de la reventaera que ha supuesto el día entero de nieve, sumado a lo poco que dormí ayer, el viaje, primer día destructivo de aprendizaje y la noche de fiesta, el sábado podría ser un buen día para quedarme en el hotel descansando después de hacer este vídeo. Pero soy un temerario. 

Domingo. Último día. Última misión, bajar la pista azul sin caerme una sola vez: CUMPLIDA. Suena la música de "We are the Champions" de The Queen. Además, esta vez no soy yo el que se cae, pues las inglesas están probando por primera vez el snow y no están cayéndose poco que digamos. Tó motivao, intento repetir bajar otra vez para despedirme. Me caigo 2 veces porque las piernas ya no me responden. Te has ido de guay, Castro. 

En resumen: para lo torpe que soy, el primer día nefasto que tuve y no haber esquiado antes en mi vida, me ha gustado la experiencia. Gracias a los que habéis tenido paciencia conmigo y me habéis acompañado en mis caídas. Prometo repetir si puedo y algún día, quién sabe, ser yo el el paciente que vaya detrás de un torpe principiante que no para de comer nieve. 

jueves, 14 de marzo de 2013

Reencuentro sienés

Me remonto al 27 de febrero (lo sé, llevaba esto un poco atrasado). 

Pablo, ese personaje de Rochelambert que vino en su día a Pavía malo como un dolor, vuelve a la acción. Esta vez parece que viene con las pilas cargadas. Por la noche es la cena de despedida de Anna Catalana, esa chica que me ha estado aguantando infinitas bromas con infinita paciencia durante un cuatrimestre entero. En el Mezzaluna, pizzería caracterizada porque si reservas para 20 personas o más, por 10 € te dan pizza a elección y cerveza y vino ilimitado, nos ponemos tibios. De comer y de beber. Pero la noche sigue y hay que beber Pampero en mi casa. La cuestión es si conseguiremos coger la botella de Pampero, porque cuando llegamos hay más gente que en la guerra. Salón, cocina y pasillo invadidos por gente de pié, sentados contra la pared, desconocidos, novicias...Quitando los 3 desmayos seguidos que tuvo Pelayo en mi salón por causas aún desconocidas (qué le gusta llamar la atención), la noche cumplió: discoteca Nirvana, fragola por aquí, bocadillo de desayuno de camino a casa, y fin.

Lo jodido es levantarse. No recuerdo bien exactamente, pero juraría que a las 9 sonó el despertador. Cuando llegamos a la estación de Pavía, el único tren que podemos coger para llegar a Milán es el caro, pero mi tiesura me hace comprarme el billete barato. ERROR. Pasa el revisor, no me perdona ni siquiera que me haga el despistao y me cobra 8 "euritos" de más. Al llegar tenemos poco tiempo para coger el tren que tengo comprado a Turín y que Pablo con su chanchullo tiene que comprar, pero se me ralentiza el ritmo cardíaco cuando me doy cuenta de dos cosas:

1) El billete que compré online era un ofertón y es de los caros, ergo a Pablo el chanchullo no le vale.

2) Los 3 billetes de retorno desde Turín que también había comprado online y que me habían costado 33 "euritos" me los he dejado en Pavía. 

El viaje a Turín está siendo un éxito, oiga. A Pablo se le han acabao los familiares contra los que blasfemar y optamos por tomarnos la cosa con relajación, volvernos a Pavía, coger todo, comer tranquilamente (¡aúpa Burger!) y llegar a Turín por la tarde. Y allí que me encuentro con ese par de golfos con el que compartí el que por ahora ha sido el mejor año de mi vida: Víctor "Tifiderio Cagaprisas" y Luisao "Sabroso Golfo", que se llevan la sorpresa de ver a Pablo al que no esperaban, además de las bellas Ilaria y Giulia, sonrientes como siempre. 


Feliz reencuentro en Italia todos de nuevo, sino fuera porque cuando les comento el problemilla de nuestra vuelta a Pavia y demás, Víctor (que demuestra aquí el por qué fue el mejor de su Máster) comenta "pero illo, si lo habías comprao por Internet, ¿no podías volver a imprimir los billetes con un pen drive aquí?". No hay fotos de la cara de Pablo. Mejor. 

Qué mejor manera que birra Wührer y bocadillos como en los viejos tiempos para el reencuentro. La noche se anima y caen varios chupitos en Nomeacuerdodonde. Luego Giulia nos cuela en una discoteca cuyo nombre no augura nada bueno: Cutre. Nos cuela literalmente, porque la cola llega de allí a Pavía. ¿Razón? Al parecer actúan dentro esta noche un grupo cómico muy conocido ahora en Italia que se dedica a liarla allí donde va. Ni pajorela personal de quiénes eran sino fuera porque nos habían enseñao vídeos antes. Discoteca buena con buena música y buenas perras. Si alguna se siente ofendida lo siento, pero no se me ocurría forma más fina de decirlo. 

Despedida de las italianas, almuerzo tempranero en McDonald's (vaya preparación para el Evento Nazionale loco) y llegada a Milán. Pablo la maricona no defrauda y se va directamente a Pavía, pero yo me quedo dando una vuelta con estos por la ciudad de la moda. A la vuelta en Pavía hay poco tiempo, pues la noche va para largo. Lo primero, cena en Mezzaluna. AGAIN. Más pizza gigante, más cerveza, más preparación para el Evento Nazionale. Ya entonados cogemos el tren a Milán, donde Pablo y yo entretenemos a nuestro público con sevillanas del estilo "alla porta di Toledo, mamma, ho gelossia". La discoteca que nos espera es la más grande de Milán así que os podéis imaginar: Alcatraz. Hoy hay fiesta organizada porque la ESN de Pavía no tiene nada mejor que hacer que VOLVER a hacer un Welcome Month para la gente del segundo cuatrimestre, por si con el del primero no hubiéramos tenido bastante. ¿Y quién faltaba por unirse a nosotros, por si éramos poco y no había parío aún la abuela? Pues el Acho. Con un colega suyo, venidos desde Bolonia. Ya estamos los 6. Noche memorable. Vuelta in extremis cogiendo el tren in the limit. Reventaera máxima. 


Por fin podemos dormir una noche hasta descansar medianamente bien. Eso a pesar de que el Acho es un tocapelotas que hasta las 6 no le abre la consigna de la estación de Milán y llega más tarde a mi casa con el consiguiente despertar mañanero. ¿Cómo dormimos 6 tíos en mi casa además de lo que ya hay metido de por sí? Bueno, soy campeón mundial de Tetris, no preocuparse. 

Habíamos hablado de que el sábado, después de los 2 días intensos que habíamos tenido, podría ser en mi casa con algún bocadillo que otro y vídeos de Youtube. Pero ni de blas. Vamos con Alessio a tomarnos una copilla al lao de mi casa donde te ponen cubata y chupito por 2,5€, y después a casa de Sara. En casa de Sara DA LA CASUALIDAD de que hay poco macho, mucha hembra y muchas ganas de fiesta. Nuestro plan de tranqui queda aniquilado. Convertimos su salón en una discoteca y nos da una hora razonable: las 4. Pero aún así tenemos que aguantar: nos hemos declarado en huelga. Hoy hay sciopero, aunque algunos parece ser que cumplen servicios mínimos. Malditos esquiroles. 



Mi preocupación de que todo saliera bien el fin de semana se desvanece: nos ha hecho buen tiempo, hemos hecho turismo, hemos salido todos los días y, sobre todo, hemos reído mucho, muchísimo, hasta faltarnos el aire. El reencuentro que tanto quería con Víctor, Luisao, el Acho y Paolo Come Va superó las expectativas generadas. Y la razón es obvia: cuando una panda de golfos se juntan, ya se pueden quedar en una casa encerrados que el descojone y los buenos ratos van a surgir solos. 

Gracias chavales por venir. Por mí hubiera caído un segundo Erasmus juntos y lo sabéis. Mi hígado, pulmones y neuronas no dirían lo mismo. 

martes, 5 de marzo de 2013

De Champions y sorpresas

Las personas, por tradición, celebramos los cumpleaños. No sé si en todo el mundo, pero hasta donde me abarca a mí, sí. Y es cierto que todos los años deberían ser iguales...pero cuando me di cuenta que mi hermana haría 30 años estando yo en Pavía, me negué en rotundo. Así que me compré un vuelo allá por diciembre para la fecha en cuestión, se lo dije solamente a mi padre y aguanté Navidades en familia y demás ocasiones de debilidad sin soltar ni pío, ni siquiera a mis amigos. ¿Fecha exacta del vuelo de ida a Sevilla? 21 de febrero a las 6:45 de la mañana. 

A todo esto hay que sumar que allá por diciembre, si no recuerdo mal, se hizo el sorteo para los octavos de final de la UEFA Champions League. Y a mi querido Barça (aunque estos días me ha dado más penas que alegrías) le tocó el Milan. ¿Fecha exacta del partido? 20 de febrero a las 20:45. 

Miércoles 20 de febrero. 8 de la mañana. 

Suena el despertador. Después de haber dormido unas 6 horas, me tomo un desayuno y salgo a coger un autobús (cosa poco frecuente en mí en esta ciudad). Me paro en el típico sitio donde ya ni siquiera hay calles de ciudad normales y corrientes, sino carreteras/autovías que te hacen jugarte la vida. ¿Para qué estoy haciendo todo esto? Pues para recoger el jodido paquete que lleva 3 semanas dando vuelta desde que me lo enviaron desde Sevilla y que no ha habido manera de que llegue a mi casa. No sin cierto problemilla consigo finalmente que me den el dichoso envío, cojo el bus y me paro al lado de la estación de tren. Entro en una tienda de fotografías a que me revelen y enmarquen ésta y otras fotos:


Primer regalo averiguao. Andando a casa con la caja y las bolsas casi la lío parda pero todos sobrevivimos. En casa termino de hacer la maleta, me hago unos bocatas, abro el paquete (JODER, RESERVAS DE CHACINAS...) y me voy a la estación. A partir de aquí, todo el día que me quedaba empezaba a ser improvisado. Y son las 11 y poco de la mañana. 

A la estación llego corriendo porque mi memoria mi dice que en breve sale un tren que me lleva a Milano Centrale. PERO NO. Falta una hora para el siguiente y yo paso de esperar tanto, así que me compro un billete a Centrale y pillo un tren que llega a Milano Bovisa. BOVISA, vete tú a saber onde caraho está eso. Bueno, no pasa nada, ahí viene un revisor y le podrás pregunt...espera chulo, que tú tienes un billete que no es el correcto. RÁPIDO, REACCIONA, ¿QUÉ HARÍA CHUCK NORRIS? La mejor defensa es un buen ataque. Me adelanto a que llegue a mí y le informo de que me he equivocado al comprar el billete y que no sé si con este tren llego a Centrale. Le doy un billete. Lo mira. Me dice que ese billete es para 3 personas. Lo miro. Le acabo de dar un billete reusado no sé cuántas veces que si se llega a dar cuenta la multa sería todavía peor. Le doy el que es, me explica qué tengo que hacer y no me echa en cara nada. EPIC WIN. 

Ya en Centrale le compro una caja de pinturas de Sephora a mi hermana. Segundo regalo averiguao. La meto en la maleta, dejo ésta en consigna y me pillo un metro al Duomo. Allí ya se palpa el ambiente de Champions: banderas, cánticos y borrachos por tos laos. Sigo las indicaciones de mi GPS para llegar al hotel de concentración del Barça. El GPS me envía a 2 kilómetros de allí. Recorridos 50 metros, veo mucha gente y un autobús con fotos de jugadores: estoy en el hotel del Barça. Le van a volver a hacer caso a mi GPS 2 personas. A partir de ahí el plan lo había trazado a grosso modo mi amigo Álvaro de Badajoz: tú vete al hotel del Barça el día del partido por la mañana, intenta buscar por allí a alguien que sea utillero o de la directiva del equipo, y pregúntale si tiene entradas para venderte, porque normalmente al club le dan en Champions un número de entradas para familiares, amigos y demás y si les sobran, no les importa venderlas a aficionados. El plan era mu bonito, pero alrededor del hotel del Barça hay vallas, un maromo que impide el paso si no estás en lista cual discoteca se tratase, y lo que no hay es ni utilleros ni su puta madre. Bueno Santi, pues hasta las 2:45 de la madrugada que cojas el bus al aeropuerto dime tú qué coño haces. 

Me tiro aproximadamente una hora alrededor del hotel intentando ver si sale alguien o escucho algún comentario de horarios: hasta las 18:30 no saldrán hacia el estadio, así que ni de blas. Pues nada, voy a comerme uno de los bocatas. Me da por hacerlo cerca de 3 hombres con equipación del Barça. Afirmativo: hablan catalán. Se les acercan 2 sudamericanos y cuando veo que les contestan en castellano me digo "ésta es la mía" y me acerco en plan OLA K ASE a saludar. Cuando les pregunto que si van al partido y me dicen que sí viene mi oportunidad, y con cara de apenado les suelto que lamentablamente yo no porque no quedaban (falso totalmente, quedaban pero ni Cristo iba a gastarse 130 € en ese partido). Y entonces, con un redoble de tambor, uno de los catalanes me mira y me dice "¿tú quieres una entrada?". Juraría que el corazón estuvo 2 segundos sin palpitarme, y cuando me vuelve a correr la sangre empiezo a negociar. "100 €". "Ufff, chungo". "80 €". "Mmm...es que soy becario y me la han bajao este año...". "¿70?". Y entonces me la juego. No recordaba cuánto me quedaba en la cartera, así que le digo que antes de seguir regateando debería mirar si tengo lo que me pide, porque si no tendría que ir a sacar dinero. Y cuando la abro vislumbro 50 €. Mis 50 € salvadores que hacen que le dé pena al colega y acepta. 


Después del favor que me acaban de hacer, me quedo hablando con los 3 una hora, además porque son tó güena gente. No obstante hay dos problemas que me rondan la cabeza:

1) ¿Y si la entrada es falsa?
2) ¿Qué carajo hago yo con la maleta que está en la consigna?

Intento resolver lo segundo antes de que lleguen Jordi y sus amigos que vienen de visita (sí, todos con entradas compradas antes, y Jordi la maricona no tuvo el detalle de comprarme una a mí...TE VAS A CAGAR, MAÑICO). Lo primero lo resuelvo cuando llegan y comparo mi entrada con la suya: totalmente idénticas. Lo otro, de momento, es una incógnita porque mis contactos de Milán no dan señales de vida. 

La tarde la pasamos contagiándonos del ambiente del partido, tomando un cafelillo y reuniéndonos con Bea (otra maña que estudia en Milán) y sus amigos. Me la presentan, previa información de que ella vive en una residencia aquí. Si he dado ya pena una vez hoy, ¿por qué no una segunda? "Pues nada, yo es que me tendré que salir antes de partido a recoger la maleta que está en la consigna y la cierran a las 23:00..." La bondad humana me sonríe y la chavala se ofrece encantada a dejarla en su residencia. Muy buena gente, NO COMO LA MARICONA DE JORDI. Nos separamos de él y sus amigos mientras cogemos combinaciones de metro a Centrale, recojo la maleta, otra combinación larga hasta la residencia de Bea, dejamos la maleta, y otra combinación larga hasta San Siro. El ambiente de metro espectacular. Eso sí, las 2 horas de previa en el estadio que pretendíamos se quedan en 10 minutos. 



Del partido mejor ni hablo. Eso sí, ambientazo como nunca había vivido. Al terminar la catástrofe, nos tienen a los visitantes esperando 45 minutos y entonces nos dejan salir. Mis amigos que tienen que volver a Pavía pierden el tren y nosotros el metro, así que venga, en bus y tranvía a la residencia echamos más de una hora. Cuando llegamos encima a las horas que son nos tenemos que colar por una ventana para poder entrar. Después de tirarme un rato allí, me indican cómo llegar a Milano Centrale. Digamos que Milán de noche no es la ciudad más segura del mundo, pero si tienes que coger el autobús nocturno que tuve que coger yo...Ciudad Juárez es el paraíso. 


Jueves, 21 de febrero. 9 de la mañana. 

No obstante, he llegado vivo a Sevilla. Aquí intentaré ser más breve porque se me está yendo de las manos el correo y creo que se puede resumir mejor: siempre es bonito volver a tu ciudad, pero más aún cuando nadie se lo espera y a todos les alegra. Los gritos de mi abuela y mi madre al entrar en casa, las lágrimas de mi hermana al verme, y la grata sorpresa que se llevó algún que otro amigo, merecen las más de 24 horas de odisea hasta llegar a casa. A pesar de saber que te estás perdiendo la juerga padre en Pavía y que cada vez te quedan menos meses para seguir disfrutando de ella, la comida BUENA, la Cruzcampo, la temperatura, el centro, los cuidados y cariños de tu familia y la felicidad de tu hermana son cosas que te hacen estar muy feliz en casa. Y la compañía de tus amigos, las tonterías del Beca, la sorpresa a Laura, el descubrir los Corralones junto a Páris, Zafra y compañía, el salir por el centro con los italianos a los que les di la charla de Sevilla, son otras que me ayudan a decir "cuando vuelva, tampoco me va a faltar de ná". 

Y como debería ser la protagonista de esta entrada, aunque al final se me ha ido por otros derroteros, volver a Sevilla me alejará de mucha gente a la que quiero, pero me devolverá a estar con la que más paciencia tiene, la que siempre me escucha cuando tengo algo que contarle, la que siempre me cuenta cuando tiene algo que decirme, la que me acogía en su cama de pequeño cuando al mudarnos dejamos de dormir en la misma habitación y a mí me daba miedo dormir solo, la que ilumina con su sonrisa el 22 de Ramón y Cajal...en definitiva, la que con sus 30 añitos ha demostrado que fue, es, y será, la mejor hermana del mundo.